domingo, 19 de julio de 2009

Cimentad esta Obra de Dios en un inmenso amor hacia Mí que es el principal material que se necesita

Para levantar un edificio y que no se tambalee ni se derrumbe, deben ponerse unos buenos cimientos, y solo así, el edificio resistirá vendavales, terremotos, catástrofes y demás, porque el edificio que está bien agarrado a la tierra, y bien cimentado, ese edificio perdurará años y años, Yo, Jesús Vuestro Salvador, os hablo.

Hijos Míos de esta Obra, os pido que ella sea para vosotros como un edificio que hay que cimentar bien, para que ni los vendavales satánicos, ni los terremotos de los enemigos de Mi Iglesia, ni las catástrofes espirituales que ya os anunció Mí siervo Pablo, puedan con el y lo hundan.

Los cimientos son muy importantes y la infraestructura también, por eso hijos Míos, cimentad esta Obra de Dios en un inmenso amor hacia Mí que es el principal material que se necesita. Poned a Mi Santa Madre en esta Obra en el lugar que le corresponde, la primera después de Mí. Poned a vuestros santos patronos u otros santos de vuestra devoción también para que os ayuden en ella, y cimentadla bien en todos los aspectos, para que nadie que quiera derruirla lo pueda hacer.

Limpiad bien este edificio espiritual de escombros, malas hierbas, y demás, para que el edificio se vea limpio de toda inmundicia. Los escombros son los curas malos que hicieron de su ministerio un deleite, un vivir alegremente la vida e introdujeron doctrinas erróneas. Las malas hierbas son feligreses retorcidos y de mala lengua que pueden también perjudicar a esta Obra con sus críticas y juicios personales. Limpiad bien el edificio y tenedlo siempre pulcro para que quien lo mire se maraville en su contemplación.

Que los sacerdotes de esta Obra sean irreprochables. Que los seglares sean verdaderos cristianos, no dejéis pasar a quienes no son Míos, porque si pasan cristianos solo de nombre se contagiaran los que son verdaderos cristianos. Haced de esta Obra un edificio dónde el verdadero hijo Mío venga a santificarse, a descansar de la corrupción del mundo, a encontrar lo que busca para su mejor realización como sacerdote y fiel.

Hijos Míos, os doy Mi bendición para todo esto. Pedidme ayuda cuando os veáis apurados o no sepáis por donde tirar, Yo os espero con el Corazón y los oídos abiertos, para concederos con todo Mi amor, aquello que necesitéis y que Me pidáis. Yo, Jesús, os hablo y os espero.