miércoles, 4 de febrero de 2009

Dictado 28-1-09

Son los deseos santos los que suben hasta Mi Trono Celestial y Me embargan de un agradable aroma, porque ante el hedor de los malos pensamientos, del pecado, ante tantos deseos de odios y venganzas, un deseo santo es como una flor en medio del estercolero. Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os hablo.

Hay almas que por sus limitaciones o por las limitaciones que su vida cotidiana le imponen, no pueden hacer grandes obras como les gustaría, pero esas almas, están cargadas de santos y grandes deseos, deseos de hacer el bien a las almas en todos los aspectos. Desean dar de comer a quienes pasan hambre, desean evangelizar en tierras de misión, desean ser victimas por amor a los pecadores, y así, muchos y más grandes deseos que nacen de un corazón que Me ama y Me honra, conformándose santamente con la vida que llevan. Esas almas que nunca verán realidad sus deseos, tendrán su recompensa en Mi Reino, porque esos deseos santos que no pueden hacer realidad, tienen también su premio, al igual que los malos deseos y pensamientos -aunque nunca se lleven a cabo- tienen su castigo

Hijos Míos, almas que me amáis inmensamente y desearíais emplearos en grandes empresas, y sin embargo, sois pequeñas almas que pasareis desapercibidas en vuestro entorno, vuestros grandes y santos deseos de hacer el bien os llevaran a una gloria muy grande, donde veréis, que lo que deseabais por amor a Mi tiene tan grande recompensa, porque quien desea de corazón hacer el bien, y si estuviera en su mano hacerlo lo haría, esas almas tienen su recompensa por ese bien que desearon hacer y no llegaron a hacerlo. Yo, Jesús, os hablo.

Por eso Mi sierva Teresita que deseaba tanto ir a tierra de misiones y no pudo hacerlo, se le honra como Patrona de las Misiones por haberlo deseado tanto, y por lo que ofrecía en su vida cotidiana para las misiones.

Los deseos santos del corazón son fruto de Mi Santo Espíritu que inspira al alma que habitualmente vive en (estado de) gracia, deseos de Dios y de amor al prójimo y sus almas. Ellos aman a todos las almas del mundo y desean bienes inmensos para ellas, y ese desearles esos bienes, a veces, Yo hago que sus deseos se conviertan en realidad, aunque ellas en esta vida, no lleguen a saberlo. Yo, Jesús, os hablo.

Las almas que desean bienes a otras almas de otras partes del mundo, son almas que aman universalmente traspasando los horizontes terrenales, porque para ellas no hay distancias ni barreras, en cuanto a (desear) hacer el bien a otras almas se trata. Hijos Míos, vivid con grandes y santos deseos universales, para que Yo que lo puedo todo, convierta esos deseos, frutos del amor a Dios y de la acción de Mi Santo Espíritu, en obras de amor para Mi Cuerpo Místico. Yo, Jesús, os hablo.