Un día cuando el dolor me hería
y solo me encontré.
Cuando nadie mi pena comprendía
y en vano mendigué,
una sonrisa, una mirada, una palabra buena,
en el silencio de una Iglesia oscura
Te encontré.
Parecía escuchar tu voz llena de acentos
que calmaban mi pena,
mientras yo mi rosario desgrané.
Y al terminar el tiempo que corría,
en la sombra la luz, la paz, hallé.
Y que eras Tú mi Madre lo sabía,
cuando el rosario terminé.
domingo, 25 de noviembre de 2007
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