sábado, 7 de junio de 2008

Dictado del 6-6-08

Hijos de Dios, Soy el Espíritu Divino quien os habla, el Espíritu del Padre y Espíritu del Hijo. Es necedad en vosotros que sabiendo como sabéis las sendas que debéis recorrer para la salvación del alma, las pospongáis por afanes terrenales, muchos de ellos, perjudiciales para vuestra alma.

Es necedad en vosotros hijos de Dios, que creáis antes a líderes terrenales y os olvidéis de la Palabra del Hijo de Dios, Palabra divina, eterna, y Palabras de vida eterna.

Matáis a seres inocentes antes de nacer, a seres predestinados muchos de ellos a grandes misiones y obras inmensas, pero los abortáis porque no queréis ver el fruto de vuestros pecados inmundos y vicios satánicos. Pero sabed, que ya Vuestro Señor dijo que lo que hicierais con uno de sus pequeñuelos, con El lo hacíais, (Mt 25,40) así que hijos de Dios, estáis matando de nuevo a Cristo Jesús, porque no le dejáis vivir en criaturas inocentes creadas por el Padre Eterno, quien solo tiene autoridad para quitar la vida.

Estos crímenes horrendos legalizados, os traerán males eternos y horribles, porque no solo el mal vendrá a esta humanidad que aborta impunemente a “no nacidos”, sino que cada cual pagará con la divina justicia el mal que hace, aunque lo haga en riguroso secreto. Lo pagará con las justicia divina que es inexorable y de la que nadie se burlará, Yo, Espíritu Divino, os hablo y asesoro.

Hijas de Eva, por un pecado en el Paraíso vino la muerte a esta humanidad creada por Dios para fines excelsos, pero sabed, que el pecado la convirtió en un estercolero donde anidan toda clase de vicios y crímenes horrendos, pero ninguno como el del aborto, que no permite a un ser indefenso su derecho mas elemental que es vivir.

Sois pupilas de Satanás, le servís diligentemente, sin reflexión a los actos deleznables que hacéis, matando en vuestros mismos cuerpos que es Templo Mío, Templo del Espíritu de Dios (Cor 6,19) No os importa la gravedad de lo que hacéis y os quedáis tan a gusto, y lo mismo vuestros cómplices, esposos, madres u otros familiares. Pero la justicia de Dios caerá sobre vosotros y vuestros seres queridos, porque el mal engendra mal y sus frutos son males. Nadie puede recoger bienes del mal, cada árbol da lo que tiene sembrado. Esto os lo digo para que reflexionéis y pospongáis vuestras conductas malignas, y os arrepintáis incluso, de haber deseado abortar. Yo, Espíritu Divino, os hablo. Quien quiera entender, que entienda.