viernes, 30 de mayo de 2008

¡Dadme de beber!


¡Tengo sed!

Sin Mí la fuerza del bien quedaría nula

Yo Soy el Espíritu de Dios quien os habla. He sido invocado por este instrumento y acudo rápidamente a su llamada. Hijos de Dios Altísimo, es necesario que Me invoquéis a menudo en vuestras vidas, pero sobre todo, en vuestras acciones espirituales. Pedid Mi luz, Mi sabiduría, pedid Mi verdad, la verdad del Cielo, la verdad de Cristo Redentor.

Sacerdotes de Dios, debéis invocarme en vuestros confesionarios para que cuando se acerque un alma, la sepáis guiar según Mi luz. Debéis también pedir para el alma que se os acerque Mi luz y Mi sabiduría, Mi fortaleza, porque también para el alma que se os acerque debéis invocarme.

Sacerdotes de Dios, invocadme en vuestras Eucaristías, en vuestras homilías, en todo vuestro ministerio, podéis hacerlo públicamente o privadamente, Yo os asistiré con la misma eficacia, pero cuando Me invoquéis tened fe en que os asistiré.

Hijos de Dios Altísimo, Yo Soy el Espíritu Divino, el alma de la Santa Madre Iglesia, Sin Mí la fuerza del bien quedaría nula. Yo doy dones en abundancia pero debéis invocarme para que sea más eficaz Mi asistencia. Los instrumentos del Cielo deben invocarme y pedir Mi luz para que se vean libres de engaños y errores, Yo, Espíritu Divino, os hablo. Todo el que lea mensajes del Cielo debe pedir Mi asistencia. Todo el que lea la Biblia debe invocarme antes de empezar y cuantas veces haga falta.

Invocadme hijos de Dios en la oración, en la meditación, en las decisiones que debéis tomar para el bien de vuestras almas y (vuestras) vidas, Yo, hijos de Dios, no os negaré Mi asistencia. Yo os daré luz y sabiduría para que vuestras decisiones sean según el Espíritu Divino, Yo, Espíritu Divino os hablo.

Tanto necesita el instrumento que recibe comunicaciones del Cielo Mi asistencia como el que las propaga o se las aplica, porque Yo, Espíritu de Dios, debo animar y secundar todas las cosas de Dios por pequeñas que sean. Por tanto, hijos de Dios, ponedme en vuestras vidas en el lugar que Me corresponde y así el espíritu del mal, huirá de vosotros. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz y bendición de la Santísima Trinidad para todos vosotros.