El cielo y la tierra pasarán, pero
Y será así por siempre jamás. Las palabras de Cristo nunca pasaran, son palabras eternas y dan vida eterna. Son para siempre y para todas las generaciones. Y por mucho que cambien los tiempos, las modas, las costumbres, las palabras de Cristo no cambiaran, ni pasaran NUNCA.
Gran lección que os debéis aplicar, porque el Evangelio no se vulnera con nada y, nada ni nadie lo pueden cambiar. No se puede interpretar de otra forma de cómo ya está interpretado, no se puede modificar, por eso, es algo que tenéis desde siempre y que os sirve para siempre.
Lo que trajo Cristo lo trajo de una vez por todas y, por el Evangelio seréis juzgados, bien premiados, bien castigados. No valdrá decir: es que en mis tiempos no se llevaba la castidad, o no se llevaba casarse. La palabra de Dios es sagrada e inalterable y hay que cumplirla, tal cual.
Yo Soy el Espiritu Santo, Espiritu del Padre y del Hijo, que os recuerdo sensiblemente que el Evangelio es sagrado y único. Que no valen normas de otras religiones, que no importa que las masas hayan hecho un Evangelio a su gusto, El que tenéis que cumplir es el de Cristo y nada más, sin alteración, sin modificaciones, sin otras interpretaciones (de seudos-teólogos) que ya han dado los doctores de la Santa Madre Iglesia.
No hay autoridad que pueda esto cambiar, porque si la hubiera, esa autoridad no seria legal, ni escogida por Mi, Espíritu de Verdad. Yo no puedo inspirar a una autoridad una cosa y a otra autoridad otra, tiene que haber concordia entre Mis inspiraciones y sobre todo, concordia con el Evangelio de Cristo.
No puede venir nadie cambiando absolutamente NADA, porque si viniera, entonces esa autoridad no seria del Cielo. ¡Recordad esto! ¡Que nadie os traiga otro Evangelio del de Cristo! y, si os lo trajeran, solo vale el de Cristo, tal cual está, sin cambiar absolutamente nada.
La Palabra de Cristo no es vulnerable, no está sometida ni a cambios de modas, ni edades, ni mentalidades, es única para todo el mundo y solo admite la interpretación que tiene, no vale otra.
Mis palabras no pasaran.
(Mt 24, 35)
(Mt 24, 35)
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Y será así por siempre jamás. Las palabras de Cristo nunca pasaran, son palabras eternas y dan vida eterna. Son para siempre y para todas las generaciones. Y por mucho que cambien los tiempos, las modas, las costumbres, las palabras de Cristo no cambiaran, ni pasaran NUNCA.
Gran lección que os debéis aplicar, porque el Evangelio no se vulnera con nada y, nada ni nadie lo pueden cambiar. No se puede interpretar de otra forma de cómo ya está interpretado, no se puede modificar, por eso, es algo que tenéis desde siempre y que os sirve para siempre.
Lo que trajo Cristo lo trajo de una vez por todas y, por el Evangelio seréis juzgados, bien premiados, bien castigados. No valdrá decir: es que en mis tiempos no se llevaba la castidad, o no se llevaba casarse. La palabra de Dios es sagrada e inalterable y hay que cumplirla, tal cual.
Yo Soy el Espiritu Santo, Espiritu del Padre y del Hijo, que os recuerdo sensiblemente que el Evangelio es sagrado y único. Que no valen normas de otras religiones, que no importa que las masas hayan hecho un Evangelio a su gusto, El que tenéis que cumplir es el de Cristo y nada más, sin alteración, sin modificaciones, sin otras interpretaciones (de seudos-teólogos) que ya han dado los doctores de la Santa Madre Iglesia.
No hay autoridad que pueda esto cambiar, porque si la hubiera, esa autoridad no seria legal, ni escogida por Mi, Espíritu de Verdad. Yo no puedo inspirar a una autoridad una cosa y a otra autoridad otra, tiene que haber concordia entre Mis inspiraciones y sobre todo, concordia con el Evangelio de Cristo.
No puede venir nadie cambiando absolutamente NADA, porque si viniera, entonces esa autoridad no seria del Cielo. ¡Recordad esto! ¡Que nadie os traiga otro Evangelio del de Cristo! y, si os lo trajeran, solo vale el de Cristo, tal cual está, sin cambiar absolutamente nada.
La Palabra de Cristo no es vulnerable, no está sometida ni a cambios de modas, ni edades, ni mentalidades, es única para todo el mundo y solo admite la interpretación que tiene, no vale otra.