Por un áspero camino
un cansado peregrino
busca la felicidad,
y cuantos al paso halla
todos le dicen que vaya
¡Más allá!
Y entra por los estrados
de los palacios dorados
buscándola con afán,
y entre el rumor de la orgía
siempre una voz le decía
¡Más allá!
A gentes de las montañas
pregunta si en sus cabañas
con ellos habita la paz,
y ellos bajan la cabeza
y le dicen con tristeza
¡Más allá!
Penetra con desaliento
por los claustros de un Convento
y se postra ante un altar,
y entre el rumor de las preces
oye a veces ¡solo a veces!
¡Más allá!
Por fin en el Camposanto
Con ojos llenos de llanto
busca la felicidad,
y una figura huesosa
le dice abriendo una fosa
¡Más allá!
jueves, 22 de noviembre de 2007
Dictado del 22-11-07
Los hijos de Dios se deben reconocer por su forma de vida. No se puede decir que se es hijo de Dios o de la Santa Madre Iglesia y comportarse peor que un pagano. La vida cristiana es una vida de santidad creciente, y cada día, se debe subir de peldaño, no se puede quedar estancado en el mismo lugar, cada día, se debe vencer alguna batalla y mejorar en la vida cristiana.
Yo Soy el Espíritu Divino que os habla para instruiros en las cosas de Dios. Debéis ser cada día mejor, y proponeros vencer constantemente, vuestros vicios y flaquezas y no conformaros con la mediocridad, aunque viváis en estado de gracia.
El alma que no tiende a la perfección o no se esfuerza en ello, es un alma mediocre que poco progresará en la vida de santidad. Es un alma que en las pruebas puede hundirse, porque no se esforzó en los días de bienestar en mejorar su relación con Dios. Por eso, muchas almas cristianas se hunden y hasta pierden la fe en las pruebas, porque no se esforzaron en mejorar, cuando tenían fuerzas. Pero el alma que se esfuerza, luego supera fácilmente la prueba, si bien, no por eso deja de sufrir, pero el sufrimiento no le hunde en la depresión o en la pérdida de fe.
La relación con Dios cada día debe ser un vencerse, no solo en las cosas grandes o faltas muy destacadas, sino, en las cosas pequeñas, y este vencerse, debe ser diario, en cada instante, hasta hacer del vencimiento una costumbre.
Así, por ejemplo, quien fuma debe vencer cada cigarrillo para que no sea el cigarrillo, quien le venza a el o ella. Así, quien tiene pereza al levantarse, debe vencer y tratar de hacerlo con diligencia y no dejarse llevar de la pereza, y esta lucha, en todas las circunstancias. Quien tiene un carácter fuerte o colérico, debe vencerlo en cada situación que se le presente la cólera, porque la santidad es eso, un vencerse constantemente en todas las cosas. Y quien pone empeño en vencer lo pequeño, vencerá también lo grande.
No se puede llegar a santo o santa si no ponéis de vuestra parte todo lo que es necesario, y allá donde mas lo necesitéis, la gracia de Dios actuará. Pero debéis de pedirla también, porque a Dios le gusta que reconozcáis vuestras limitaciones e impotencia humildemente ante El, y El, no os negará lo que humildemente le pidáis. ¿Negáis vosotros un trozo de pan a vuestros hijos si os lo piden, o le dais a cambio una piedra? Y si vuestros hijos os piden un huevo ¿le dais un escorpión? (Lc 11,11)
Pedid a Dios su gracia y ayuda y El os la dará. Yo Espíritu Divino os hablo. La paz de Dios Altísimo con vosotros.
Yo Soy el Espíritu Divino que os habla para instruiros en las cosas de Dios. Debéis ser cada día mejor, y proponeros vencer constantemente, vuestros vicios y flaquezas y no conformaros con la mediocridad, aunque viváis en estado de gracia.
El alma que no tiende a la perfección o no se esfuerza en ello, es un alma mediocre que poco progresará en la vida de santidad. Es un alma que en las pruebas puede hundirse, porque no se esforzó en los días de bienestar en mejorar su relación con Dios. Por eso, muchas almas cristianas se hunden y hasta pierden la fe en las pruebas, porque no se esforzaron en mejorar, cuando tenían fuerzas. Pero el alma que se esfuerza, luego supera fácilmente la prueba, si bien, no por eso deja de sufrir, pero el sufrimiento no le hunde en la depresión o en la pérdida de fe.
La relación con Dios cada día debe ser un vencerse, no solo en las cosas grandes o faltas muy destacadas, sino, en las cosas pequeñas, y este vencerse, debe ser diario, en cada instante, hasta hacer del vencimiento una costumbre.
Así, por ejemplo, quien fuma debe vencer cada cigarrillo para que no sea el cigarrillo, quien le venza a el o ella. Así, quien tiene pereza al levantarse, debe vencer y tratar de hacerlo con diligencia y no dejarse llevar de la pereza, y esta lucha, en todas las circunstancias. Quien tiene un carácter fuerte o colérico, debe vencerlo en cada situación que se le presente la cólera, porque la santidad es eso, un vencerse constantemente en todas las cosas. Y quien pone empeño en vencer lo pequeño, vencerá también lo grande.
No se puede llegar a santo o santa si no ponéis de vuestra parte todo lo que es necesario, y allá donde mas lo necesitéis, la gracia de Dios actuará. Pero debéis de pedirla también, porque a Dios le gusta que reconozcáis vuestras limitaciones e impotencia humildemente ante El, y El, no os negará lo que humildemente le pidáis. ¿Negáis vosotros un trozo de pan a vuestros hijos si os lo piden, o le dais a cambio una piedra? Y si vuestros hijos os piden un huevo ¿le dais un escorpión? (Lc 11,11)
Pedid a Dios su gracia y ayuda y El os la dará. Yo Espíritu Divino os hablo. La paz de Dios Altísimo con vosotros.
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