viernes, 28 de septiembre de 2007

Dictado del 28-9-07

Hijos Míos, sacerdotes de Dios, Yo os hablo, Jesús de Nazaret, Vuestro Dueño y Señor. Yo espero de vosotros TODO, vuestra entrega, vuestro amor, vuestro sufrimiento, TODO. Pero vosotros, siervos Míos amados, esperad de Mi también todo, porque no os negaré nada de lo que necesitéis, para vuestra fidelidad a Mi y vuestra santificación. Hijos Míos, os hablo por medio de este instrumento que deseo respetéis y améis, porque Me sirve con amor y vosotros debéis amarlo (1)

No os preocupéis de vuestras necesidades materiales que Yo os la cubrire si Me servís con esa entrega total que os pido. Mi Madre debe ser honrada por vosotros y exaltada en las homilías. Debéis amarla y acudir a Ella en vuestras penas y pesares. Mi Madre aparte del gran amor que os tiene, os tiene un gran respeto porque tocáis Mi Sagrado Cuerpo Eucarístico, y eso a Ella le conmueve mucho. Sois para Ella los niños predilectos que intercede constantemente por vosotros, porque Ella al ver vuestra gran misión y lo necesarios que sois para el Sacrificio Eucarístico, os mima de una forma especial. Acudid hijos Míos a Ella.

No os dejéis arrastrar por las corrientes del mundo tan pecaminosas y dañinas para vuestra vocación. Apartaos del mundo y sus cosas, porque sino, las corrientes mundanas os pueden arrastrar a vicios y deseos no cristianos. No deseéis el dinero, Yo fui pobre absoluto y ni siquiera quise usar de Mi Poder Divino para aliviar o remediar Mi pobreza y escasez, ni la de Mis padres terrenales.

Imitadme en todo, sobre todo, en la misericordia. Ser misericordiosos no quiere decir consentir. No debéis consentir el pecado y debéis aconsejar según Mis leyes y como Yo Mismo lo haría, pero con el pecador empedernido, debéis ser misericordiosos cuan padre amoroso, porque vosotros si no lo sois, se desesperaran (los pecadores) que ya se encargaría Mi enemigo mortal, de que el pecador no quiera volver a Mi, se desaliente y abandone todo. Vosotros ayudad al que quiere regresar a Mi redil y aceptadlo con misericordia, pero con firmeza. Ayudadle a no volver a caer, cuantas veces haga falta.

Preparad a Mis moribundos, no los abandonéis, ellos ya libran su última batalla y Me darán cuentas. Id vosotros mismos a visitarlos, ellos os necesitan a vosotros que Me representáis, ellos ven en vosotros a Mi, que Soy Dios de Amor y Misericordia. Yo, hijos y siervos Míos, os daré todas las gracias necesarias para estas empresas, pero no Me neguéis vuestro amor y entrega, no Me pospongáis a nada ni a nadie y vuestro ministerio se verá bendecido constantemente. Yo Jesús, Hijo del Altísimo.

(1) Aquí dice el Señor mas cosas sobre el instrumento, pero el instrumento no las ha querido poner.

Teneis que ser Abeles

El hijo es alguien que debe obedecer a su padre. Los hijos de Dios no obedecen a su Padre Celestial y hacen de sus vidas lo que les viene en ganas. Cristo el Unigénito de Dios, Hijo del Padre por su Esencia, lo obedeció en su vida terrenal hasta el último instante de su existencia. Todo esta consumado dijo, que es lo mismo que decir: Padre, en todo te he obedecido y en todo hice Tu Voluntad Divina.

El vino a la tierra a hacer la Santa Voluntad del Padre Eterno y no perdonó sufrimiento alguno, ni fatiga alguna, para emprender esta Voluntad Divina y llevarla a cabo, en todos los momentos de su Sagrada Vida.

Vosotros los fieles del Señor cumplís malamente la Voluntad Divina, lo hacéis con mediocridad, pereza, negligencia, y a veces, hasta con quejas. No sabéis bien la grandeza de alma y la gloria inmensa que os espera si cumplirais esta voluntad a la perfección. Es el caso de Maria Santísima que su grandeza estriba en que cumplió bien, Mi Voluntad Divina. (1)


* * *

Yo Soy el Padre Eterno y deseo que a Mis Hijos Jesús y Maria los imitéis en todo. Que Me ofrezcáis vuestros días nada mas levantaros, para que lo que hagáis bueno no se pierda y lo que hagáis de malo, Yo Dios Eterno, lo transforme en bien para vuestras almas.

Yo deseo que Me améis en vuestras obras y no de palabra. Que aceptéis vuestras contrariedades cotidianas y Me las ofrezcáis. Yo deseo ser glorificado en vuestras acciones, no en vuestras conversaciones, deseo obras y no palabras, porque no todo el que dice Señor, Señor, entrará en Mi Reino Celestial.

Vuestras obras si son perfectas Me glorificaran y edificaran a quienes las vean. Yo deseo obras de amor, abnegación, entrega, que vuestra aceptación de Mí, como Dios y Señor, sea consecuente con vuestras acciones diarias, en el trabajo, en el Templo, en el vestir, en las conversaciones, en vuestros rezos, que los quiero fervorosos y sin distracciones. Es como quien hace un sacrificio sin fervor, ni deseo, el caso de Caín que no Me agradaba lo que Me ofrecía porque no lo hacia de corazón.

Tenéis que ser Abeles que todo lo que ofrezcáis Me sea grato y sirva a todos los fieles y almas del mundo. No Me ofrezcáis las cosas de malagana, negligencia, hacedlo con amor y entrega. Mi hija Maria Me ofreció su espada de dolor con intenso amor, para Mi gloria y bien de la Humanidad. Ella ofreció su dolor universalmente al igual que su Divino Hijo. Así quiero a Mi rebaño, entregado a Mí de corazón y mente, que no diga que este pueblo Me honra con la boca pero no con el corazón.

Yo hijos Mios, hermanos de Mi Unigénito, os pido que imitéis a Mi Hijo Divino y a Mi Hija Maria, Su Santa Madre. Yo Soy Dios Eterno, el Padre Celestial.

(1) Hasta aquí parece que el dictado lo hace el Espiritu Santo y que después sigue el Padre Eterno.