Jurar es algo que no se debe hacer. Jurar en vano y empleando el Santo Nombre de Dios es algo que no se debe hacer, tan solo es lícito hacerlo ante los juicios oficiales para decir enteramente la verdad y siempre la verdad, nunca se debe jurar en falso ni con engaño u ocultación de algo.
Hoy día se toma el Santo Nombre de Dios bajo juramentos malos. Jurar por Dios cosas que son malas, no se puede poner a Dios o su Santo Nombre como aval de hechos y acciones deleznables y perversas, ni siquiera para salvar el honor. El Santo Nombre de Dios no se puede usar para cosas pecaminosas ni rastreras, ni tampoco se debe usar, para jurar acciones verdaderas, es mejor usar otro medio para demostrar la inocencia de alguien y no el juramento poniendo a Dios por testigo.
Hijos, dais a Dios menos importancia que a un bledo, lo tomáis con tanta ligereza y lo mencionáis con tan poco respeto que no Le agradáis con vuestros hechos. Yo Soy el Espíritu de Dios quien os habla, y deseo indicaros las sendas de perfección, no solo las sendas de rectitud y de salvación, sino también, las de perfección, pues quien camina ya por el camino de la salvación, debe tomar el siguiente camino que es el de la perfección. Pero vuestras conductas dejan mucho que desear, no sois personas de lenguajes agradables, habláis burdamente, sin importaros mencionar (en vano) el Santísimo Nombre de Dios o de Vuestra Madre Celestial. Tenéis que procurar que vuestra lengua sea más limpia en palabras y conversaciones y hablar con más decoro y dignidad.
Cada miembro de vuestro cuerpo debe honrar a Dios Altísimo, los ojos, las manos, la lengua, los oídos, todos los miembros deben ser puestos al servicio de la gloria de Dios y no para mancillar Su Nombre o decirlo tan a la ligera y sin respeto alguno. Mencionáis con mucho mas respeto el nombre de vuestros padres biológicos que el de Vuestro Creador y el de Vuestro Redentor, y debéis procurar que no sea así, porque Dios merece todo honor y gloria y también vuestra lengua debe ser instrumento de esa gloria que les debéis dar a Vuestro Creador y Señor. Yo, Espíritu Divino, os hablo.
No debéis consentir que nadie en vuestra presencia mancille el Santo Nombre de Dios y, debéis tener la valentía de glorificarlo si alguien blasfema, así pues hijos de Dios Altísimo, sed todos y todas dignos hijos e hijas de Dios, porque quien no defienda a su Creador ante los hombres, no es un hijo o hija digno de El. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz de la Santísima Trinidad con todos vosotros.
Hoy día se toma el Santo Nombre de Dios bajo juramentos malos. Jurar por Dios cosas que son malas, no se puede poner a Dios o su Santo Nombre como aval de hechos y acciones deleznables y perversas, ni siquiera para salvar el honor. El Santo Nombre de Dios no se puede usar para cosas pecaminosas ni rastreras, ni tampoco se debe usar, para jurar acciones verdaderas, es mejor usar otro medio para demostrar la inocencia de alguien y no el juramento poniendo a Dios por testigo.
Hijos, dais a Dios menos importancia que a un bledo, lo tomáis con tanta ligereza y lo mencionáis con tan poco respeto que no Le agradáis con vuestros hechos. Yo Soy el Espíritu de Dios quien os habla, y deseo indicaros las sendas de perfección, no solo las sendas de rectitud y de salvación, sino también, las de perfección, pues quien camina ya por el camino de la salvación, debe tomar el siguiente camino que es el de la perfección. Pero vuestras conductas dejan mucho que desear, no sois personas de lenguajes agradables, habláis burdamente, sin importaros mencionar (en vano) el Santísimo Nombre de Dios o de Vuestra Madre Celestial. Tenéis que procurar que vuestra lengua sea más limpia en palabras y conversaciones y hablar con más decoro y dignidad.
Cada miembro de vuestro cuerpo debe honrar a Dios Altísimo, los ojos, las manos, la lengua, los oídos, todos los miembros deben ser puestos al servicio de la gloria de Dios y no para mancillar Su Nombre o decirlo tan a la ligera y sin respeto alguno. Mencionáis con mucho mas respeto el nombre de vuestros padres biológicos que el de Vuestro Creador y el de Vuestro Redentor, y debéis procurar que no sea así, porque Dios merece todo honor y gloria y también vuestra lengua debe ser instrumento de esa gloria que les debéis dar a Vuestro Creador y Señor. Yo, Espíritu Divino, os hablo.
No debéis consentir que nadie en vuestra presencia mancille el Santo Nombre de Dios y, debéis tener la valentía de glorificarlo si alguien blasfema, así pues hijos de Dios Altísimo, sed todos y todas dignos hijos e hijas de Dios, porque quien no defienda a su Creador ante los hombres, no es un hijo o hija digno de El. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz de la Santísima Trinidad con todos vosotros.