Los actos de amor que se Me hacen en el Sagrario, son actos muy poderosos para el bien de las almas. Yo, Jesús, os hablo.
En esos actos de amor ante el Sagrario, se encuentran estos factores: FE ante Mi presencia Real en la Eucaristía. HUMILDAD, ante el reconocimiento del alma frente a su Dios. JUSTICIA, porque (en la adoración) se Me está dando lo que por ser quien Soy Me corresponde. CARIDAD por el amor verdadero que brota del corazón. ESPERANZA, porque quien ama a Dios lo espera todo de El. Y UN BIEN INMENSO al Cuerpo Místico de la Iglesia, porque reparan por el mal y las blasfemias que otros hacen, y Me adoran por el olvido que otros Me tienen y por lo muy ignorado que Soy. Yo, Jesús, os hablo.
Quien viene a Mi Sagrario a darme amor, sale con muchos beneficios que Yo le otorgo. PAZ a su alma. DESAPEGO de las cosas materiales. DESEO de partir a la Casa del Padre. CONFORMIDAD con su estado o pruebas que le vengan. Porque quien viene a darme, recibe también de Mí, puesto que Yo Soy TODO y el Sumo Bien.
Las almas que se habitúan a dialogar Conmigo en el Sagrario, ya no saben vivir sin estos celestiales ratos de oración. Me buscan y Me desean porque les lleno su corazón de amor y paz y, salen renovadas al haber estado Conmigo.
Son como María, (de Betania) buscan la mejor parte y si bien el apostolado es muy necesario, la oración y Mi Compañía también lo son, porque de ahí se nutre el alma para evangelizar y para sacar FUERZAS en las pruebas. Yo, Jesús, os hablo.
Mi Compañía no se puede comparar a nadie, porque sacio al alma en todas sus necesidades, y la lleno de tal forma, que quien Me viene a adorar al Sagrario o a dialogar Conmigo, ya no desea otra cosa por encima de estos ratos de oración, ante Su Divino Redentor. Yo, Jesús, os hablo.
Muchas veces, hijos Míos, es más fructuoso en Mi Cuerpo Místico un rato de adoración ante el Santísimo, o Sagrario, que muchas actividades apostólicas, donde el alma se puede buscar a sí misma y su complacencia. Por eso, hijos Míos, acostumbraros a orar ante el Sagrario. Hacedlo siempre que podáis y veréis como ya no podéis pasar sin Mí. Yo Jesús, Vuestro Salvador, os hablo y os instruyo.
En esos actos de amor ante el Sagrario, se encuentran estos factores: FE ante Mi presencia Real en la Eucaristía. HUMILDAD, ante el reconocimiento del alma frente a su Dios. JUSTICIA, porque (en la adoración) se Me está dando lo que por ser quien Soy Me corresponde. CARIDAD por el amor verdadero que brota del corazón. ESPERANZA, porque quien ama a Dios lo espera todo de El. Y UN BIEN INMENSO al Cuerpo Místico de la Iglesia, porque reparan por el mal y las blasfemias que otros hacen, y Me adoran por el olvido que otros Me tienen y por lo muy ignorado que Soy. Yo, Jesús, os hablo.
Quien viene a Mi Sagrario a darme amor, sale con muchos beneficios que Yo le otorgo. PAZ a su alma. DESAPEGO de las cosas materiales. DESEO de partir a la Casa del Padre. CONFORMIDAD con su estado o pruebas que le vengan. Porque quien viene a darme, recibe también de Mí, puesto que Yo Soy TODO y el Sumo Bien.
Las almas que se habitúan a dialogar Conmigo en el Sagrario, ya no saben vivir sin estos celestiales ratos de oración. Me buscan y Me desean porque les lleno su corazón de amor y paz y, salen renovadas al haber estado Conmigo.
Son como María, (de Betania) buscan la mejor parte y si bien el apostolado es muy necesario, la oración y Mi Compañía también lo son, porque de ahí se nutre el alma para evangelizar y para sacar FUERZAS en las pruebas. Yo, Jesús, os hablo.
Mi Compañía no se puede comparar a nadie, porque sacio al alma en todas sus necesidades, y la lleno de tal forma, que quien Me viene a adorar al Sagrario o a dialogar Conmigo, ya no desea otra cosa por encima de estos ratos de oración, ante Su Divino Redentor. Yo, Jesús, os hablo.
Muchas veces, hijos Míos, es más fructuoso en Mi Cuerpo Místico un rato de adoración ante el Santísimo, o Sagrario, que muchas actividades apostólicas, donde el alma se puede buscar a sí misma y su complacencia. Por eso, hijos Míos, acostumbraros a orar ante el Sagrario. Hacedlo siempre que podáis y veréis como ya no podéis pasar sin Mí. Yo Jesús, Vuestro Salvador, os hablo y os instruyo.