domingo, 8 de noviembre de 2009

Es necesario, hijos de Mi Corazón, que cada uno en particular revise su vida de profesión sacerdotal


Es necesario hijos de Mi Corazón que cada uno en particular revise su vida de profesión (sacerdotal). Es necesario, hijos queridisimos Míos, que cada cual haga una confesión general y confiese pecados desde su juventud o desde su infancia. Es necesario, amados Míos, que preparéis vuestras almas y os sumerjáis en la humildad más profunda, para otorgaros gracias especiales y dones importantes.


Algunos de vosotros tendréis discernimientos de espíritus. Otros tendréis don de profecía, otros seréis Mis instrumentos por medio de la escritura u otros carismas. Quiero donar a Mi Ejército con las mejores armas para que su lucha contra el mal y la apostasía sea fructífera.


Hijos Míos, para subir alto primero hay que abajarse, porque muchos de vosotros que ahora Me sois fieles, tenéis pecados escondidos que debéis confesar con verdadero dolor de los mismos. Yo los conozco y se que un día los confesasteis, pero deseo ahora la confesión de nuevo para que apartéis de vuestras mentes la obsesión que algunos todavía tenéis por esos actos que en vuestro interior os avergüenzan.


Vais a iniciar una vida nueva en un hombre nuevo. Yo no quiero que seáis hombres sino ángeles. Mis gracias hijos queridos, se derramaran como nunca, porque una vez que estéis en estas disposiciones, no os dejaré ya sucumbir en tentaciones fuertes que os puedan arrastrar a pecar.


Yo entraré a vivir en cada uno de vosotros y obraré en vosotros. Yo seré quien tome vuestros sentidos y cuerpo para obrar en vosotros a favor de las almas y de la Santa Madre Iglesia. Algunos ya habéis llegado a este punto, pero otros aún no y deseo ese acto de humillación para que vuestra alma quede totalmente preparada para Mi morada en ella, si bien, porque vivís en gracia Yo vivo en vuestras almas, la morada que tendré después de esto será que Yo obraré en vosotros como si vuestros sentidos fueran los Míos, Yo, Jesús, os hablo y os pido este acto de gran humildad.


Quiero que Mis pastores de la Nueva Jerusalén y de esta Liga de Amor, sean muy humildes y tengan siempre como base la humildad. Yo, Jesús, os hablo. Mi paz para siempre jamás.