Las gracias recibidas por cada alma que vive entregada a Mí, son gracias que además beneficiaran a otras almas, y sus frutos, se expandirán en horizontes impensables, a veces, hasta en otras generaciones. Yo, Jesús, os hablo.
Quien hace Mi voluntad tal y como la requiero, esa alma está haciendo algo que perdurará eternamente, pues quedará en el correr de los siglos su acción hecha según Mi Divina Voluntad. Son pocos los que se paran a pensar esto. Decir sí a Dios es decirlo a todas las generaciones, y un sí incondicionalmente abarcará siglos y siglos y quedará registrado por toda la eternidad. Yo, Jesús, os hablo.
El sí de Moisés, el sí de Abraham, de los grandes Patriarcas del Antiguo Testamento, el sí de Mi Santa Madre, de Mi santo padre José, el sí de San Juan Bautista y de otros, son “síes” que se quedaron registrados por toda la eternidad y sus misiones servirán para todos los siglos. Esto lo entendió muy bien Mi Santa Madre que iluminada por Mi Santo Espíritu, alcanzó a comprender la importancia de hacer la voluntad de Dios, y proclamó muy iluminadamente: Desde ahora bienaventurada me dirán todas las generaciones.
Ser bienaventurado quiere decir haber hecho la voluntad de Dios en todo, fuese cual fuese (esa voluntad). Yo, Jesús, os hablo.
Las obras de Dios son para todos los siglos, no mueren con la persona que las emprende, porque Soy Yo quien las requiere y perdurarán para siempre. Por eso, una negativa puede hacer que mucho bien se malogre en el Cuerpo Místico de
Cada alma tiene su forma especial de ser y preparación para la misión que Yo requiero de ella, y pretender evadirla por creerse incapaz, es una falsa humildad, y muchas veces, puede ser un gran egoísmo. Yo, Jesús, os hablo y os pido la reflexión en este comunicado. Mi paz esté con todos vosotros.