viernes, 7 de marzo de 2008

Dictado del 6-3-08

El acto mas sublime de todo cristiano es amar, amar sin condiciones o miramientos. Amar al prójimo como a uno mismo es algo que no todo los cristianos lo cumplen, ni siquiera, los que viven entregados a Dios. Porque hay personas que repugnan, unas por su vida de pecado, otras por su apariencia indigente y miserable y su aspecto sucio y descuidado. Mi Madre amaba así, y así amó toda su vida junto con José Mí padre putativo.

Hijos, se que es un acto heroico llegar a amar así a las criaturas, es algo tan elevado, que muy pocos de los que Me honran, aman así. Por eso, debéis de pedir que vuestro amor al prójimo sea así, heroico, sin condiciones ni miramientos, ese amor Mi Santo Espíritu es quien os lo tiene que conceder, pero tambien esto debéis pedirlo:

Señor inflama mi amor hacia los demás, de forma, que ame como amaba la Santísima Virgen o Tu Mismo. (1)

Porque cuando un pobre produce lástima es fácil tener misericordia y ayudarle, pero no se le ayuda tanto, que estuvierais dispuestos a ofrecerle vuestro hogar, sin embargo, tengo en el mundo personas que lo harían.

Pero cuando un pobre produce más que lástima, repugnancia, la cosa cambia, porque os produce repudio un indigente de pelo mugroso, aliento maloliente y vestimentas sucias. Se hijos Míos, que esto os cuesta mucho porque a muchos de vosotros y vosotras os da hasta temor una persona así, pensando que son agresivos o malos, pero no hijos, no, allí también estoy Yo, y en muchos casos, más a gusto que en vuestras propias almas, porque aceptaron su situación y la viven sin exasperarse y con conformidad. Mi Madre ama inmensamente a los indigentes.

Puesto que ayudarles materialmente os costaría tanto rechazo, cuando veáis a un pobre así que su aspecto os repugna, ofrecedle con amor mi Sagrado Cuerpo y Preciosísima Sangre, es decir, ofrecedle misas, porque ya que no vais a llevarlo a vuestra casa, llevadlo místicamente a Mi Corazón y presentádmelo ante Mi, y pedid por él y por sus necesidades materiales y espirituales, que Yo acogeré con agrado lo que Me ofrezcáis por él y para él , y lo aplicaré a sus necesidades más urgentes, así no pecaréis de omisión, y a la vez que ofrecéis Mi Eucaristía por él, pedidme que os cambie el corazón y os lo haga semejante al de Vuestra Madre Celestial, Mi Madre. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a vosotros.
(1) Esa oración la enseña el Señor.