Jesús fue un mártir que murió por todos los hombres, absolutamente por todos los hombres. No eximió a nadie de su cruentisima muerte, y El, ofreció al Padre Eterno Su Vida, junto con Su Alma, Su Sangre y Su Divinidad, para redimir a la humanidad pecadora, pervertida y dañada por el pecado original. Pero parece ser que los hombres aunque conocen este misterio no les aprovecha porque no se lo aplican, no se convierten a Dios Altísimo, no caminan por Sus leyes y sus deseos son materiales y terrenales,
Yo soy un hermano vuestro que goza ya la gloria celestial y que junto con otros hermanos, intercede a diario por vuestra salvación y vuestra conversión. Soy el Padre Pío de Pieltrecina y me comunico por este medio porque estamos en los últimos tiempos, y es necesario que el máximo posible de medios os sirvan para reconvertiros y volver vuestro rostro a Dios Eterno.
Pero hermanos, no cambiáis de actitud a pesar de los medios que se os proporcionan una y otra vez, y os pido hermanos queridos, que os acojáis a la Virgen Santísima que es Madre de todas las almas, y que al igual que Jesús, quiere vuestra salvación eterna y os corredimió junto a El.
Tenéis que proponeros firmemente cada día luchar contra el mal que os invade cada vez con más fuerza, y lo mismo que os impondríais a una castatrofe y lucharíais por salir adelante de una desgracia terrenal, hacedlo también de los males morales, y del mal que invade a la Santa Madre Iglesia, que quieren eliminarla para que los vicios y perversiones sean todavía mas legalizados y corrompan el máximo posible de gente. Ahora el mal topa con los mandamientos de Dios y éstos son obstáculos para los que quieren hundir a la Iglesia , por eso hermanos, sed vosotros los elegidos, los que amáis a Dios, los que luchéis contra el mal cumpliendo los mandamientos y amándoos caritativamente unos a otros. Os habla, vuestro hermano, el Padre Pío.
La lucha de cada hermano es importante por pequeña que sea, lo que podáis hacer sea poco, o mucho, es importante, porque siempre será un bien que contrarrestará el mal que quieren generalizar en todos los campos, para quitar a Dios de vuestras vidas, y pervertiros de tal forma, que seáis peores que los mismos demonios. Así pues, hermanos míos, desde la gloria celestial os hablo y me comunico con vosotros, y estoy a vuestra disposición para oíros y concederos todo lo bueno que me pidáis para vuestra almas, y ayudaros a que el mal en vuestras vidas no os alcance.
Meditad las llagas de Nuestro Señor Jesucristo y ved que El no escatimó tormento alguno por el amor tan grande que os tuvo. Yo, Padre Pío de Pieltrecina, hermano capuchino, os hablo.