jueves, 4 de diciembre de 2008

Dictado del 23-11-08

Siempre, hijos Míos, que invoquéis al Espíritu Santo El os asistirá, si vuestra invocación, no es rutinaria o inconsciente, sino hecha con fe y de corazón.

La invocación al Espíritu Santo es muy necesaria en estos tiempos de apostasía, y tiempos, en los que el espíritu del mal reina por doquier y ha invadido los hogares y a familias enteras, a fieles y hasta a parroquias, porque hoy en día, dejáis a un lado la invocación de Mi Espíritu Santo y es algo que debéis hacer asiduamente desde que os levantéis, y sobretodo, cuando os disponéis a hacer algún acto espiritual. Yo, Jesús os hablo.

Yo os envié a Mi Santo Espíritu cuando retorné al Padre Eterno, y ese envío no fue un hecho aislado, sino que os lo envié para siempre hasta el fin del mundo, para que El os guíe con Su luz, sabiduría y con Sus sietes sagrados dones. Yo, Jesús os hablo.

Pero ved hijos Míos, que muchos de vosotros vivís en pecado mortal y pretendéis tener a Mi Santo Espíritu y, el Espíritu del bien no es compatible con el espíritu del mal, y lo primero que tenéis que hacer, es limpiar vuestra alma de pecado, pues pudierais invocar a Mi Espíritu y creer que El os inspira, y ser el mal espíritu quien lo haga, puesto que vivir en pecado es ya una oscuridad que debéis evitar en vuestra alma. Yo, Jesús, os hablo.

Al Espíritu Santo no se le posee por tener muchos conocimientos de libros y documentos, sino que se posee por tener el alma en estado de gracia permanente, porque allí El mora junto Conmigo y Mi Padre Eterno, de ahí, que una persona sencilla y sin formación alguna, puede tener más luz que el más erudito, porque la luz de Mi Espíritu es obra del amor a Dios y no de estudios o preparación, si bien, cuando además de tener estudios y preparación se vive en amor a Dios y en estado de gracia continuo, entonces esa alma será una gran guía para otras, porque tiene a Mi Santo Espíritu por su fidelidad en la gracia (y además) tiene preparación (formación). Yo, Jesús, os hablo.

Hijos, pedid a Mi Espíritu Divino que renueve la faz de la tierra y os renueve a cada uno de vosotros, y así, al que vive en pecado deje de hacerlo y al que vive en gracia se le aumente la misma, para mayor gloria de la Santísima Trinidad y bien de Mi Santa Madre Iglesia. Yo, Jesús, os hablo y os doy Mi paz divina.