Yo Soy el Espíritu Divino quien os habla. No todo el mundo Me posee porque hay quienes creen que viven en estado de gracia y están muertos (espiritualmente) por el pecado mortal que anida en sus almas y que nunca confesaron.
Tener en el presente una vida buena de piedad y compromisos espirituales, no quita que haya que confesar pecados pasados que anidan en vuestro interior, y son veneno para crecer en santidad. Hay almas que cometieron adulterios, fraudes, mentiras, calumnias y otros. Esos pecados hay que confesarlos porque son graves y mortales, por tanto hijos de Dios, aunque viváis ahora un vida de piedad y de compromisos espirituales, Yo, Espíritu de Dios, os exhorto a adentraros en vuestros espíritus y hacer un gran examen de conciencia para hacer una buena confesión general de toda vuestra vida pasada.
Esto limpiará vuestras almas de cosas graves que cometisteis y cuya memoria a muchos ya no les alcanza. Es mejor que confeséis todo a que os excuséis diciendo que Dios como es misericordia todo lo perdona. Así es, Dios tres veces Santo todo lo perdona, pero lo que tenéis que poner de vuestra parte debéis hacerlo, porque la confesión es un Sacramento que limpia y renueva y os ayuda a crecer en la gracia santificante. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios Altísimo, estoy hablando de pecados que no confesasteis, si ya los hubierais confesado no es necesario volverlos a confesar si os produce escrúpulo de conciencia, aunque sería beneficioso para limpiar más a fondo vuestras conciencias, y erradicar de una vez por todas, aquellas acciones deleznables que cometisteis a los ojos de Dios Altísimo.
Quien se pone un vestido limpio encima de una prenda sucia no significa que el vestido limpio limpie la prenda sucia, así vosotros si tenéis ahora una vida limpia después de una vida de pecado, si no confesáis esos pecados que existen en el presente eterno de Dios, no estáis limpios del todo, porque tenéis pecados todavía que no los lavasteis en el Sacramento de la Reconciliación.
Yo Soy el Espíritu de Dios, Santificador de las almas. Os llamo a una santidad verdadera, no incompleta, que viváis ahora de cara a Dios no os exime de confesar el mal que hicisteis tiempos atrás al Cuerpo Místico de Cristo, y a vuestra misma alma. Ahora que es tiempo de conversión, tiempo de Cuaresma, tiempo de penitencia, lavaos en el Sacramento del Perdón y volved vuestro rostro a Dios, limpios de pecado. Hijos de Dios, rezad el Miserere en estos días de penitencia y aplicároslo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os doy la paz de la Santísima Trinidad.
Tener en el presente una vida buena de piedad y compromisos espirituales, no quita que haya que confesar pecados pasados que anidan en vuestro interior, y son veneno para crecer en santidad. Hay almas que cometieron adulterios, fraudes, mentiras, calumnias y otros. Esos pecados hay que confesarlos porque son graves y mortales, por tanto hijos de Dios, aunque viváis ahora un vida de piedad y de compromisos espirituales, Yo, Espíritu de Dios, os exhorto a adentraros en vuestros espíritus y hacer un gran examen de conciencia para hacer una buena confesión general de toda vuestra vida pasada.
Esto limpiará vuestras almas de cosas graves que cometisteis y cuya memoria a muchos ya no les alcanza. Es mejor que confeséis todo a que os excuséis diciendo que Dios como es misericordia todo lo perdona. Así es, Dios tres veces Santo todo lo perdona, pero lo que tenéis que poner de vuestra parte debéis hacerlo, porque la confesión es un Sacramento que limpia y renueva y os ayuda a crecer en la gracia santificante. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios Altísimo, estoy hablando de pecados que no confesasteis, si ya los hubierais confesado no es necesario volverlos a confesar si os produce escrúpulo de conciencia, aunque sería beneficioso para limpiar más a fondo vuestras conciencias, y erradicar de una vez por todas, aquellas acciones deleznables que cometisteis a los ojos de Dios Altísimo.
Quien se pone un vestido limpio encima de una prenda sucia no significa que el vestido limpio limpie la prenda sucia, así vosotros si tenéis ahora una vida limpia después de una vida de pecado, si no confesáis esos pecados que existen en el presente eterno de Dios, no estáis limpios del todo, porque tenéis pecados todavía que no los lavasteis en el Sacramento de la Reconciliación.
Yo Soy el Espíritu de Dios, Santificador de las almas. Os llamo a una santidad verdadera, no incompleta, que viváis ahora de cara a Dios no os exime de confesar el mal que hicisteis tiempos atrás al Cuerpo Místico de Cristo, y a vuestra misma alma. Ahora que es tiempo de conversión, tiempo de Cuaresma, tiempo de penitencia, lavaos en el Sacramento del Perdón y volved vuestro rostro a Dios, limpios de pecado. Hijos de Dios, rezad el Miserere en estos días de penitencia y aplicároslo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os doy la paz de la Santísima Trinidad.