Sacerdotes de Dios, pero ¿quiénes son sacerdotes de Dios? ¿Quiénes son? Hay sacerdotes que son del mundo y siguen sus maniobras. Sirven mejor al mundo que el más entregado a sus cosas, porque se valen de su sagrado ministerio para ponerse de parte del mundo, y así obtienen aplausos, solidaridad, amistades y reconocimientos, pero de Mí no obtienen más que dolor.
Sacerdotes de Dios ¿quiénes son sacerdotes de Dios? Algunos solo se sirven a sí mismos. Comodones, negligentes en su ministerio, detestan dar la Unción de enfermos en la casas de los enfermos, porque ellos no desean hacer ese servicio. Se valen de su ministerio para su vivir y sustento diario, como una profesión más, pero no tienen ningún ápice de ser verdaderos sacerdotes. Viven a lo grande sin complicaciones, pendientes de donde les toca celebrar ese día y a que hora, pero no tienen deseos de conquistar almas para Mí, y aun su misma alma la tienen sofocada por su propio egoísmo.
Sacerdotes de Dios ¿quiénes son los verdaderos sacerdotes de Dios? ¿Quiénes? Son aquellos que Me aman y que por amor a Mí escogieron este ministerio. Son los que temen pecar, los que desean atraer a las almas a Mí y a Mi Santa Madre. Son los que confiesan en condiciones y santamente, sin entrar en detalles pecaminosos que puedan exponer al alma a la vergüenza y a la tentación contra el pudor.
Son esos sacerdotes que temen no perseverar hasta el final de su vida, esos son los sacerdotes de Dios. Los que hablan de Mi Madre y la honran. Los que sacan a la luz pública Mis devociones. Los que catequizan admirablemente según Mi Evangelio y el Magisterio de la Iglesia. Los que dan mucha importancia al pecado mortal y a la condenación eterna, esos son los sacerdotes de Dios, Mis verdaderos siervos, esos son los que Yo les daré a Mí mismo en herencia a sus servicios, a su santo y entregado ministerio. Yo, Jesús, os hablo.
Hay pocos sacerdotes en la Santa Madre Iglesia y cada vez hay menos, pero encima de los pocos que hay no todos Me sirven en lealtad, en amor y en entrega. Y de todos los sacerdotes que hay, deberíamos diezmar a la mayoría, porque son sacerdotes a los que el día del juicio les diré ¡no os conozco! ¡Id malditos al fuego eterno que os tengo preparado, porque no os conozco! Yo, Jesús, os hablo y os advierto. Mi paz a todo aquel que lea este mensaje, lo crea y lo ponga en práctica.