Circunstancias difíciles y dolorosas, hijos Míos, vais a padecer muchos de vosotros que Me sois fieles, y Me amáis de corazón. Vais a sufrir en vuestro cuerpo y en vuestra alma, porque vais a ser testigos de hechos muy dolorosos, que os harán sentiros impotentes ante tanta injusticia para Conmigo, Dios y Señor, y para todos aquellos que Me aman y Me siguen.
Vais a ver sufrir a sacerdotes leales a Mí y os sentiréis impotentes ante tanta injusticia y estropicio. Por eso, hijos Míos, rezad, rezad, rezad, acudid a Mi Santa Madre cuyo poder solo lo supero Yo. Ella está dispuesta a daros toda clase de gracias y fortaleza, para que podáis soportar la amargura del Getsemaní, que muchos de vosotros, padeceréis por Mi lealtad.
Resistid hasta el final y recordad hijos Míos y siervos Míos, sacerdotes de Dios, que después de Getsemaní, después del Viernes de Dolor, viene el Domingo de Gloria y Resurrección. Porque hijos, el mal no vencerá nunca. A Mí no Me venció y después de que Me mataron, al poco tiempo, resucité. Tampoco vencerá el mal ahora, aunque parezca que sí no vencerá, recordadlo constantemente. Repetiros a vosotros mismos estas palabras: El mal no vencerá nunca.
Yo Soy Jesús, Vuestro Hermano y Redentor, pero Soy también Dios y todo lo puedo. Protejo y cuido a todo aquel que Me ama y Me sigue y, no permitiré que os hagan más daño del que podáis soportar, y aplicaré esos sufrimientos que padeceréis, para mayor corona en vuestras almas.
¡Ay de Mis elegidos! Ellos serán blanco para los malos que se ensañaran en los elegidos: obispos, cardenales, sacerdotes, fieles, religiosos, religiosas, consagrados, lideres apostólicos, instrumentos. ¡Ay de Mis elegidos! Pero Yo estaré a vuestro lado cuidando de que no os toquen ni un cabello más de lo permitido por el Cielo, porque sufriréis sí, pero no sucumbiréis a la traición, ni al error, ni al engaño, a causa del temor que os produzcan los eventos que viviréis. Por tanto, hijos, entrenaros ya con la oración, el retiro, el rosario, la lectura espiritual, y veréis como vencéis con Mi gracia todo el mal que por Mi causa os quieran hacer.
Recordad: Bienaventurados quienes seáis perseguidos por causa Mía, porque de vosotros es el Reino de los Cielos. Yo, Jesús, os hablo.
Vais a ver sufrir a sacerdotes leales a Mí y os sentiréis impotentes ante tanta injusticia y estropicio. Por eso, hijos Míos, rezad, rezad, rezad, acudid a Mi Santa Madre cuyo poder solo lo supero Yo. Ella está dispuesta a daros toda clase de gracias y fortaleza, para que podáis soportar la amargura del Getsemaní, que muchos de vosotros, padeceréis por Mi lealtad.
Resistid hasta el final y recordad hijos Míos y siervos Míos, sacerdotes de Dios, que después de Getsemaní, después del Viernes de Dolor, viene el Domingo de Gloria y Resurrección. Porque hijos, el mal no vencerá nunca. A Mí no Me venció y después de que Me mataron, al poco tiempo, resucité. Tampoco vencerá el mal ahora, aunque parezca que sí no vencerá, recordadlo constantemente. Repetiros a vosotros mismos estas palabras: El mal no vencerá nunca.
Yo Soy Jesús, Vuestro Hermano y Redentor, pero Soy también Dios y todo lo puedo. Protejo y cuido a todo aquel que Me ama y Me sigue y, no permitiré que os hagan más daño del que podáis soportar, y aplicaré esos sufrimientos que padeceréis, para mayor corona en vuestras almas.
¡Ay de Mis elegidos! Ellos serán blanco para los malos que se ensañaran en los elegidos: obispos, cardenales, sacerdotes, fieles, religiosos, religiosas, consagrados, lideres apostólicos, instrumentos. ¡Ay de Mis elegidos! Pero Yo estaré a vuestro lado cuidando de que no os toquen ni un cabello más de lo permitido por el Cielo, porque sufriréis sí, pero no sucumbiréis a la traición, ni al error, ni al engaño, a causa del temor que os produzcan los eventos que viviréis. Por tanto, hijos, entrenaros ya con la oración, el retiro, el rosario, la lectura espiritual, y veréis como vencéis con Mi gracia todo el mal que por Mi causa os quieran hacer.
Recordad: Bienaventurados quienes seáis perseguidos por causa Mía, porque de vosotros es el Reino de los Cielos. Yo, Jesús, os hablo.