Un día cuando Yo, Jesús de Nazaret, vivia (en la tierra) alguien me preguntó por la vida eterna. Yo respondí: Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, que amplio es el camino que conduce a la perdición. ( Lc 13, 22-30)
Pero el ser humano torpe y lento en comprender, aun hoy día no ha comprendido esto. Sus acciones son viles y repugnantes a Mi Vista y, Yo que algún día seré (ejerceré de) Juez Divino, lamentaré tener que usar en tantas almas, el rigor de Mi Justicia.
Yo soy un Dios de Amor y Misericordia, lento a la cólera, pero no todo lo puedo pasar por alto. Mis gracias derrochadas, sofocadas, cambiadas por gozos efímeros terrenales, que apenas duran unos minutos, y Yo, padeciendo en cada instante y por cada alma, una nueva Pasión. Cuando quien me ofende me odia, mi dolor no es tan acerbo como cuando alguien que cree en Mi y en Mi Encarnación, porque si cree y me ofende o me vende vilmente por unas cuantas monedas de plata, (gozos terrenales) mi dolor es agudísimo.
El mundo está lleno de Iscariotes que se olvidan de Mi Divinidad y de todo lo que les doy, para sustituirme por un efímero gozo terrenal, en muchos casos, con viles criaturas. Más recibiría si fuera un Dios justiciero, porque al menos el temor a un castigo, evitaría miles y miles de pecados (1)
Pero el ser humano torpe y lento en comprender, aun hoy día no ha comprendido esto. Sus acciones son viles y repugnantes a Mi Vista y, Yo que algún día seré (ejerceré de) Juez Divino, lamentaré tener que usar en tantas almas, el rigor de Mi Justicia.
Yo soy un Dios de Amor y Misericordia, lento a la cólera, pero no todo lo puedo pasar por alto. Mis gracias derrochadas, sofocadas, cambiadas por gozos efímeros terrenales, que apenas duran unos minutos, y Yo, padeciendo en cada instante y por cada alma, una nueva Pasión. Cuando quien me ofende me odia, mi dolor no es tan acerbo como cuando alguien que cree en Mi y en Mi Encarnación, porque si cree y me ofende o me vende vilmente por unas cuantas monedas de plata, (gozos terrenales) mi dolor es agudísimo.
El mundo está lleno de Iscariotes que se olvidan de Mi Divinidad y de todo lo que les doy, para sustituirme por un efímero gozo terrenal, en muchos casos, con viles criaturas. Más recibiría si fuera un Dios justiciero, porque al menos el temor a un castigo, evitaría miles y miles de pecados (1)
(1) Dios no quiere gloria ni obediencia basadas en el temor, quiere de nosotros amor.
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