Son necesarias las purificaciones pasivas que Yo, Espíritu de Dios, hago en las almas. Todo edificio debe ser mantenido en condiciones y se debe restaurar cada cierto tiempo, aunque el edificio sea sólido y esté en perfecto estado. Porque si a un edificio no se le restaura de vez en cuando, perdería su belleza con el paso de los tiempos y se quedaría su contemplación en algo monótono y aburrido. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Toda obra de arte debe ser también restaurada con el paso de los tiempos para resaltar más en ella la belleza inicial. Así hijos de Dios, Yo Maestro interior y Restaurador de las almas, también os restauro cada cierto tiempo con purificaciones pasivas, para que la belleza de vuestra alma y de vuestras virtudes se manifiesten aún más.
No debéis asustaros ni preocuparos cuando la prueba llame a vuestra puerta, porque Mi Divina Providencia, dispone en vosotros lo mejor para ayudaros a crecer en santidad, en virtud y en las tres soberanas virtudes de fe, esperanza y caridad.
El alma que lleva tiempo viviendo en gracia de Dios y evita el pecado permanentemente, es un bello edificio espiritual y esta edificado con solidez. Pero para que la mirada de Dios se recree más y mejor en ese edificio espiritual, Yo, Maestro interior de la almas, purifico con pequeñas pruebas u oscuridades, al alma que ya vive en gracia de Dios, no como castigo, sino como restauración (renovación) en su interior de lo que ya es, pero que conviene restaurar para ver más y mejor sus virtudes y su verdadero amor a Dios, que es en las pruebas, donde más se puede ver. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Si a un jardín no se le quitaran las malas hierbas, estas ocultarían parte de la belleza de sus flores, por eso, en el alma pasa lo mismo, Yo quito esos apegos, incluso a la vida de piedad, para que el alma camine desasida de todo, por y para Dios y, no se apegue ni siquiera, a las actos piadosos que normalmente practica.
Esto, hijos de Dios, os cuesta mucho entenderlo porque veis solo la materia y no veis vuestro espíritu, pero cuándo despegados del cuerpo vuele vuestro espíritu a las moradas celestiales, veréis con los ojos del alma lo necesario que son la pruebas en la vida espiritual, para mantener bello el edificio espiritual que es vuestra alma. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo.
Toda obra de arte debe ser también restaurada con el paso de los tiempos para resaltar más en ella la belleza inicial. Así hijos de Dios, Yo Maestro interior y Restaurador de las almas, también os restauro cada cierto tiempo con purificaciones pasivas, para que la belleza de vuestra alma y de vuestras virtudes se manifiesten aún más.
No debéis asustaros ni preocuparos cuando la prueba llame a vuestra puerta, porque Mi Divina Providencia, dispone en vosotros lo mejor para ayudaros a crecer en santidad, en virtud y en las tres soberanas virtudes de fe, esperanza y caridad.
El alma que lleva tiempo viviendo en gracia de Dios y evita el pecado permanentemente, es un bello edificio espiritual y esta edificado con solidez. Pero para que la mirada de Dios se recree más y mejor en ese edificio espiritual, Yo, Maestro interior de la almas, purifico con pequeñas pruebas u oscuridades, al alma que ya vive en gracia de Dios, no como castigo, sino como restauración (renovación) en su interior de lo que ya es, pero que conviene restaurar para ver más y mejor sus virtudes y su verdadero amor a Dios, que es en las pruebas, donde más se puede ver. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Si a un jardín no se le quitaran las malas hierbas, estas ocultarían parte de la belleza de sus flores, por eso, en el alma pasa lo mismo, Yo quito esos apegos, incluso a la vida de piedad, para que el alma camine desasida de todo, por y para Dios y, no se apegue ni siquiera, a las actos piadosos que normalmente practica.
Esto, hijos de Dios, os cuesta mucho entenderlo porque veis solo la materia y no veis vuestro espíritu, pero cuándo despegados del cuerpo vuele vuestro espíritu a las moradas celestiales, veréis con los ojos del alma lo necesario que son la pruebas en la vida espiritual, para mantener bello el edificio espiritual que es vuestra alma. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo.
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