martes, 6 de noviembre de 2007

Os llamo al arrepentimiento

Hijos Míos, Yo, Jesús, os hablo. Todo mal será pagado de una foma u otra, no se quedará impune ningún mal que se haga voluntariamente, porque entonces Mi Justicia, sería burlada. Es cierto, hijos Míos, que Yo Soy infinita Misericordia y que Mis juicios no estarán exentos de Mi grandísima Misericordia, pero hay males con tanta malicia y voluntad de querer hacerlos, que Yo que también Soy infinita Justicia, los juzgaré y les daré el castigo concerniente a tanto mal.

Pero hijos, vuestro arrepentimiento sincero de vuestras espantosas acciones, aquí en esta vida, os libraría de muchos y grandes castigos, castigos que para muchas almas los sufrirán ya en esta vida.

Os llamo al arrepentimiento y se que vosotros mismos no podéis salir de vuestro pecado, pero Yo no os negaré Mi gracia, si vosotros Me pedís que os ayude a salir del pecado. Cuando un alma no sale del estado de pecado gravísimo en que se encuentra, cada vez más, se encuentra mas esclava del pecado, del mal, y cada vez más profundamente, se mete en ese pozo del que se encuentra.

Hijos, Mi Santa Madre desea que la invoquéis y le pidáis ayuda, y Ella, no os hará esperar su poderosa ayuda, para que salgáis de vuestra situación de pecado. A muchos de vosotros os repugna vuestra misma vida, os veis tan despreciables e impregnados de tanto mal, que a vosotros mismos os repugna vuestra situación, por eso, pedidme ayuda a Mí o a Mi Madre, porque no se os negará.

A muchos (otros) vuestros pecados no solo no os repugnan sino que los buscáis libremente y no os saciáis de pecar, haciendo acciones deleznables y tan execrables que claman al Cielo su justicia. Yo os hablo, el Salvador de las almas, el Redentor del Mundo. Sigo siendo Salvador y deseo salvaros a cada uno en particular, porque cada uno en particular, necesita que se le trate de una forma diferente y, deseo que Me pidáis de corazón, que os de la gracia para salir del pecado y pongáis vosotros lo que esté de vuestra parte.

Si, hijos, no esperéis mas, ¡convertíos! ¡convertíos! y volved a las leyes de Dios, que serán vuestra salvación el cumplimiento de las mismas. Yo, Jesús, os hablo. Os doy Mi paz a todo aquel que lea este escrito y lo acepte en su corazón. Yo, Jesús de Nazaret.




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