
La prueba siempre es factible que la superen, no sin poner todo lo que esté de su parte, y aun así, la gracia de Dios nunca dejará de tenerla, porque Dios sabe que sin su au

Cada persona tiene su prueba específica. Lo sacerdotes como tales, los padres y madres como tales, los consagrados como tales, porque la prueba superada, puede afianzarle aun mas en su estado o vocación y hacerles crecer en méritos o santidad.
Cuando un alma se ofrece a Dios como víctima, generalmente es escuchada, porque ese ofrecimiento sincero, hecho de corazón, suele ser inspirado por Dios Mismo, y es Dios quien escoge a las almas que desea como victimas y no al revés. Pero El necesita su consentimiento y, el deseo verdadero de querer ser víctima por la gloria de Dios y bien de las almas, lo inspira el Mismo Dios y es la rúbrica del alma, es decir, su consentimiento.
Yo Soy el Espíritu Divino, os hablo para instruiros en verdades de fe. Hay muchas cosas y misterios que desconocéis porque no han sido revelados, o porque no han sido desmenuzados. Yo deseo que las almas estén bien instruidas y preparadas, para que todas sus acciones sean eficaces y fructíferas en las Comunión de los Santos. Debéis invocarme a menudo en vuestros actos de piedad o religión, para que Mi luz os alcance.
El Cielo busca almas victimas, almas que quieran inmolarse para reparar tanto mal y para el bien de otras almas. Es un acto inmenso de amor no solo a Dios, sino a las criaturas, porque nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus hermanos. Y aunque la inmolación vaya dirigida a Dios, también se benefician de ella otras muchas almas, porque la generosidad infinita de Dios y su Providencia, no se guarda para El solo, el bien que alguien le ofrezca. Dios todo lo tiene en plenitud y no necesita nada de las criaturas, por eso, El aplica esas inmolaciones a otras almas, que careciendo de méritos, están a punto de perderse eternamente.
Hijos de Dios Altísimo, ¡sed generosos y ofreceos como victimas por el bien de la Santa Madre Iglesia y sus hijos! Por el bien de los sacerdotes, del Papa, de los cardenales, de los obispos, de todas las almas, porque aunque vuestra inmolación sea por una determinada intención o colectivo, alcanza a Dios que le da gloria, a vuestra alma que la llena de méritos, al colectivo por el que os ofrecéis, sean sacerdotes o algún alma determinada, y alcanza a la Santa Madre Iglesia que engrosa la balanza del bien, en detrimento del mal.
Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz sea con vosotros.
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