El día de vuestra muerte es un nacimiento a otra vida. Imaginaos si al venir a este mundo pudierais escoger el lugar donde nacer. Muchos escogeríais ciudades bellas o palacios donde venir a la vida. Pues bien, si eso no lo podéis hacer al venir a esta vida, si lo podéis hacer al nacer a la otra vida, y vosotros, solo vosotros, podéis escoger donde queréis nacer en la eternidad.
Y el precio que se os pide para poder escoger una eternidad dichosa, es no pecar, y ya ese vivir sin pecar en esta vida, os daría un adelanto de la otra, porque la paz, la alegría, el gozo, la tolerancia, la paciencia, la conformidad y muchas otras mas cosas, tendréis en esta vida con solo no pecar, y luego en la otra, la felicidad eterna.
Yo os hablo desde el Cielo, almas queridas, Espíritu de Sabiduría, pero no os mueven mis mensajes para proponeros vuestra conversión tajante. Yo os prometo Mi gracia, Mi asistencia a vuestros buenos propósitos, pero no tenéis deseo, ni entusiasmo para convertiros, para decir: voy a cambiar de vida, y voy a cambiar mis malos hábitos por hábitos buenos.
Esta vida es muy corta comparada con la otra que no tendrá fin, pero no sabéis valorar el desnivel de la balanza, porque Dios os ofrece mucho a cambio de muy poco.
Mis dones serian para vosotros como “ejes” que os harían caminar aceleradamente hacia vuestro destino eterno, y además, superando todos los obstáculos, pero para que obtengáis mis dones, tenéis que limpiar en profundidad vuestras almas, manchadas con muchos y graves pecados contra los 10 mandamientos.
Decís que no habéis robado, ni matado y que no habéis hecho nada malo, y vuestra vida esta llena de estiércol y podredumbre insoportable. Robáis con vuestros fraudes y matáis con vuestras lenguas. Omitís el culto a Dios robándole lo que por justicia le corresponde. Vivís la vida como los animales, dándole al cuerpo toda clase de gustos y negándole al espíritu, el mínimo acto espiritual. No alimentáis vuestras almas con oración, cultos litúrgicos, lectura espiritual, meditación de la Santa Biblia, con rezos y obras de amor hacia el prójimo, y por eso, la tenéis muerta, totalmente muerta, pero una muerte que puede resucitarse con una buena confesión y propósitos de enmienda.
Pero si la muerte del cuerpo os pilla con el alma muerta, ya no podéis resucitarla con nada, ni nadie os podría ayudar en el destino fatal que hayáis obtenido, al entrar en la eternidad. Hijos de Dios Altísimo, no hipotequéis vuestro destino eterno por goces pasajeros, y que además, no os darán la paz que necesitáis. Hijos de Dios Altísimo, soltad vuestro lastre, id a la confesión y dejaros llevar de Mi, Espíritu de Amor y Sabiduría.
Os hago nuevamente este llamamiento a la conversión y os lo seguiré haciendo mientras viváis. Paz y Amor de Dios Altísimo
Y el precio que se os pide para poder escoger una eternidad dichosa, es no pecar, y ya ese vivir sin pecar en esta vida, os daría un adelanto de la otra, porque la paz, la alegría, el gozo, la tolerancia, la paciencia, la conformidad y muchas otras mas cosas, tendréis en esta vida con solo no pecar, y luego en la otra, la felicidad eterna.
Yo os hablo desde el Cielo, almas queridas, Espíritu de Sabiduría, pero no os mueven mis mensajes para proponeros vuestra conversión tajante. Yo os prometo Mi gracia, Mi asistencia a vuestros buenos propósitos, pero no tenéis deseo, ni entusiasmo para convertiros, para decir: voy a cambiar de vida, y voy a cambiar mis malos hábitos por hábitos buenos.
Esta vida es muy corta comparada con la otra que no tendrá fin, pero no sabéis valorar el desnivel de la balanza, porque Dios os ofrece mucho a cambio de muy poco.
Mis dones serian para vosotros como “ejes” que os harían caminar aceleradamente hacia vuestro destino eterno, y además, superando todos los obstáculos, pero para que obtengáis mis dones, tenéis que limpiar en profundidad vuestras almas, manchadas con muchos y graves pecados contra los 10 mandamientos.
Decís que no habéis robado, ni matado y que no habéis hecho nada malo, y vuestra vida esta llena de estiércol y podredumbre insoportable. Robáis con vuestros fraudes y matáis con vuestras lenguas. Omitís el culto a Dios robándole lo que por justicia le corresponde. Vivís la vida como los animales, dándole al cuerpo toda clase de gustos y negándole al espíritu, el mínimo acto espiritual. No alimentáis vuestras almas con oración, cultos litúrgicos, lectura espiritual, meditación de la Santa Biblia, con rezos y obras de amor hacia el prójimo, y por eso, la tenéis muerta, totalmente muerta, pero una muerte que puede resucitarse con una buena confesión y propósitos de enmienda.
Pero si la muerte del cuerpo os pilla con el alma muerta, ya no podéis resucitarla con nada, ni nadie os podría ayudar en el destino fatal que hayáis obtenido, al entrar en la eternidad. Hijos de Dios Altísimo, no hipotequéis vuestro destino eterno por goces pasajeros, y que además, no os darán la paz que necesitáis. Hijos de Dios Altísimo, soltad vuestro lastre, id a la confesión y dejaros llevar de Mi, Espíritu de Amor y Sabiduría.
Os hago nuevamente este llamamiento a la conversión y os lo seguiré haciendo mientras viváis. Paz y Amor de Dios Altísimo
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