domingo, 16 de septiembre de 2007

Empezad por una sincera confesión

Yo Soy un Dios de Amor. Yo amo a Mi creación eternamente. Yo busco a las almas para llenarlas de amor y, las almas, me dan la espalda. Yo Soy Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo, Dios de Misericordia. Quien a Mi viene, Me encuentra, Yo salgo a su encuentro.

Cuantas almas caminan por sendas de perdición y no quieren volver a los caminos rectos. Muchas almas saben que viven en pecado y que pueden condenarse, y aun así, no salen de su situación. Necesitan gracias especiales para que vuelvan a Mí, porque el mal en ellos está tan arraigado, que es como el aire que respiran. Son ovejas extraviadas que a un pecado grave, añaden otro, y otro, y otro. Cuando sienten el más leve anhelo de querer cambiar de vida, pronto lo sofocan por la desidia que les produce ese santo deseo. Yo trato de entrar en sus almas y están cerradas a Mi gracia, herméticamente.

Abortos, adulterios, inmoralidad, fraudes, pederastia, toda clase de pecados horrendos que tienen en su haber. Pero si una de esas almas se volviera a Mi, Yo que Soy Amor, cambiaria sus horizontes negros por horizontes de luz y belleza. Serian muchas de ellas grandes santos y santas, porque tanto como pecaron, así se arrepentirían y amarían.

Es el caso de mi hija Maria Magdalena, que cambió de ser una gran pecadora a ser una gran santa, que solo vivia por y para Mí. Esas almas que tienen en su historia toda clase de pecados terribles, si se convirtieran, amarían con la misma intensidad que pecaron, y se aferrarían a Mi Amor Misericordioso, porque ya por nada del mundo, querrían volver a esa vida anterior. Por eso, las plegarias por la conversión de los pecadores Me son muy gratas, porque esas conversiones llenan al Cielo de alegría inmensa.

Por muchos que sean vuestros pecados, almas queridas, no perdáis la esperanza de que vuestra vida cambie. ¡Deseadlo, intentadlo! y si cayereis mil veces, mil veces os levantareis. Empezad por una sincera confesión; soltad todo vuestro lastre en el confesionario; limpiad vuestras almas y veréis como el cambio os resulta más asequible.

Yo, Jesús de Nazaret, no os negaré Mi gracia, es por vosotros almas pecadoras, que suspiro cada día, esperando vuestro retorno. No Me defraudéis, venid y volved a Mi. Yo Soy un Amo que paga muy bien a sus seguidores. Yo Soy Amor.

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