Yo, Divino Huésped, busco almas donde hospedarme, y en el alma donde resido la lleno de inmensas gracias.
Al atardecer de la vida y cuando el alma (la persona) ya está en decadencia, Yo trato de suplirla en sus necesidades espirituales mas básicas. Es una labor celestial la Mía, porque quito donde debo quitar y pongo donde debo poner. Y al alma que apenas tiene méritos para alcanzar la gloria eterna, Yo se los proporciono con mi gracia y sabiduría.
Yo soy el Espíritu Divino de Dios, el Santificador de las almas. Mi labor es silenciosa pero eficaz. Siempre acudo a quien me invoca, aunque solo sea una vez.
Pocos saben discernirme, porque mi discernimiento es también un don que otorgo a fieles de buena fe. No es obra de estudios ni siquiera de virtudes, sino obra de sencillez y disponibilidad, de buena fe.
Yo soy Maestro interior que permanece en el alma siempre, cuando ésta, vive en estado de gracia y persevera. Voy dotándola de mis dones y de mis frutos, de ahí, que por sus frutos la conoceréis, si no tiene mis frutos ese alma, aunque practique los sacramentos y comulgue cada día, no lo hace en las disposiciones necesarias.
Hago crecer al alma en santidad y cuando mas dócil es a mis mociones, mas se enriquece y le aprovecha (mi acción).
Yo vivo tanto en el niño como en el anciano. Mi dones no son propiedad de determinados fieles, soy de todos y resido en el alma limpia de corazón y despegada de su propio “yo”.
El Padre Eterno mira complaciente al alma en la que me ve morar y, esa alma ante El, tiene un gran poder de intercesión. Sus plegarias son autenticas saetas (dardos) que llegan al Trono Divino y Dios que es Bondad Infinita, las devuelve cargadas de frutos sobrenaturales para el bien de esa alma y de la Santa Madre Iglesia.
Yo soy el Amor Divino, Amor del Padre y del Hijo que se desborda en las almas (el amor de ambos) a través de Mí.
Hoy día apenas se cree en Mí. Todo se racionaliza, todo se analiza con criterio científico y mundano, pero Yo existo desde siempre y la Ciencia no me puede arrinconar, ni explicar con sus razonamientos. Soy Sumo Bien, Huésped Divino que según el grado de amor (divino) de cada corazón, así es Mi eficacia y el valor de mis dones y frutos.
¡Ven Espíritu Santo! Es la plegaria que me hace acudir velozmente a quien me la hace de corazón y debería de ser invocado en cada acción sobrenatural, para que el alma no se engañe y sepa discernir, pues no niego a nadie mi discernimiento si me lo pide o reclama. Yo amo a la humanidad entera y deseo ser honrado por las almas e invocado. Quiero ser Servidor de ellas para trabajar conjuntamente en la edificación del Reino de Dios.
Alabada se la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
sábado, 14 de julio de 2007
Dictado del 14-7-07
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