Es una indecisión poco valerosa no llamar a un sacerdote para una persona que agoniza, mucho menos, sabiendo que ese agonizante aceptaría al sacerdote. Yo, Jesús, os hablo.
Proporcionáis a vuestros moribundos toda clase de cuidados para aliviar sus últimas horas de vida, horas que son pasajeras, efímeras, pero no os preocupáis de aliviar las eternas horas que les esperan al partir de este mundo. Esas horas son larguísimas y durísimas para quien no muere en gracia de Dios, y lo lamentará toda una eternidad, y quien muere sin sacramentos, también pasará un duro Purgatorio, por cuanto que no se confesó ni recibió Mi Divino Cuerpo. Yo, Jesús, os hablo.
Debéis ayudar a vuestros seres queridos a bien morir en todo los aspectos. Debéis ser consecuentes con vuestra fe y proporcionarles los últimos sacramentos y aliviar su agonía con Mi Divino Cuerpo. No podéis imaginar el alivio que a un moribundo que tiene fe, proporciona mi Sagrado Cuerpo, porque si lo supierais no omitiríais ese sacramento de ultima hora, como es la Unción de Enfermos.
No os preocupe si el sacerdote va o no va de buena gana, solo os tiene que preocupar que en vuestras manos está el ayudarlo y que debéis hacerlo, pues es un deber sagrado que tenéis para con el moribundo. Si os da reparo dar este paso, invocad y pedid ayuda a Mi Santa Madre y Ella os dará fuerza y valor para hacerlo. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, es una obra de misericordia muy grande asistir a un agonizante y ayudarle en sus últimos instantes, Yo os lo tendré en cuenta y sabré pagaros este acto de misericordia también con misericordia, por tanto, no os de reparo, ni respetos humanos, el agonizante lo necesita y le aliviará en el alma este sacramento, pero no dejéis morir a un ser querido sin esta gracia, porque ya es lo único que podéis hacer por el. Yo, Jesús, os hablo.
Los moribundos son almas que partirán muy pronto y se enfrentaran con Mi Divina Justicia. Ellos lo intuyen, saben que tendrán que dar cuentas, por eso, ayudadles con los sacramentos de la confesión y la comunión, con sacramentales, coronillas y rosarios, porque Yo aplicaré estas cosas al alma que se va y le ayudaran a tener fuerzas para enfrentarse al tránsito que le espera. No sabéis lo que pasa a un alma en la agonía, pero Yo sí lo se, y de ahí, que os pido vuestra asistencia para que no neguéis a ningún moribundo que esté bajo vuestra custodia, el consuelo de morir cristianamente y con el sacramento de la Unción de Enfermos. Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os hablo y os asesoro.
Proporcionáis a vuestros moribundos toda clase de cuidados para aliviar sus últimas horas de vida, horas que son pasajeras, efímeras, pero no os preocupáis de aliviar las eternas horas que les esperan al partir de este mundo. Esas horas son larguísimas y durísimas para quien no muere en gracia de Dios, y lo lamentará toda una eternidad, y quien muere sin sacramentos, también pasará un duro Purgatorio, por cuanto que no se confesó ni recibió Mi Divino Cuerpo. Yo, Jesús, os hablo.
Debéis ayudar a vuestros seres queridos a bien morir en todo los aspectos. Debéis ser consecuentes con vuestra fe y proporcionarles los últimos sacramentos y aliviar su agonía con Mi Divino Cuerpo. No podéis imaginar el alivio que a un moribundo que tiene fe, proporciona mi Sagrado Cuerpo, porque si lo supierais no omitiríais ese sacramento de ultima hora, como es la Unción de Enfermos.
No os preocupe si el sacerdote va o no va de buena gana, solo os tiene que preocupar que en vuestras manos está el ayudarlo y que debéis hacerlo, pues es un deber sagrado que tenéis para con el moribundo. Si os da reparo dar este paso, invocad y pedid ayuda a Mi Santa Madre y Ella os dará fuerza y valor para hacerlo. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, es una obra de misericordia muy grande asistir a un agonizante y ayudarle en sus últimos instantes, Yo os lo tendré en cuenta y sabré pagaros este acto de misericordia también con misericordia, por tanto, no os de reparo, ni respetos humanos, el agonizante lo necesita y le aliviará en el alma este sacramento, pero no dejéis morir a un ser querido sin esta gracia, porque ya es lo único que podéis hacer por el. Yo, Jesús, os hablo.
Los moribundos son almas que partirán muy pronto y se enfrentaran con Mi Divina Justicia. Ellos lo intuyen, saben que tendrán que dar cuentas, por eso, ayudadles con los sacramentos de la confesión y la comunión, con sacramentales, coronillas y rosarios, porque Yo aplicaré estas cosas al alma que se va y le ayudaran a tener fuerzas para enfrentarse al tránsito que le espera. No sabéis lo que pasa a un alma en la agonía, pero Yo sí lo se, y de ahí, que os pido vuestra asistencia para que no neguéis a ningún moribundo que esté bajo vuestra custodia, el consuelo de morir cristianamente y con el sacramento de la Unción de Enfermos. Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os hablo y os asesoro.
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