Si el silencio ante la presencia de Dios es necesario para poder oír Su voz, también lo es en vuestro interior para saber en cada instante, que es lo que Dios Altísimo quiere de vosotros. El silencio interior y exterior es necesario en el alma que aspire a la perfección, o sus acciones, se quedarán en obras buenas pero no en obras perfectas. Ved hijos de Dios que la Virgen Santísima era alma de silencio exterior e interior, y todas sus acciones, eran perfectas e inigualables a los ojos de la Santísima Trinidad. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios, debéis evitar palabras vanas y chocarreras, risotadas, sandeces, debéis evitar lenguajes chabacanos, obscenos, exagerados. Las almas que viven en estado de gracia deben tender a la perfección continua, y ver en cada instante, la forma de actuar que agrade más a Dios Altísimo.
Si frecuentemente tenéis silencio en vuestras vidas, encontrareis la respuesta a muchas de vuestras preguntas, y todo aquel que tenga silencio interior y exterior, actuará siempre de acuerdo a lo que Dios quiere de él en cada momento.
Pero además, hijos de Dios, los que tenéis misiones apostólicas, debéis ser almas de silencio para oír Mi voz en vuestro interior y, los pasos y decisiones que debéis tomar en cada instante. No os pido que anuléis vuestro sentido del humor y vuestro buen carácter, solo que lo moderéis y sepáis cuando tenéis que guardar silencio y cuando podéis expandiros con vuestro buen humor. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
A veces no sabéis en determinadas misiones que pasos debéis dar y preguntáis en la oración al Señor lo que debéis hacer, y allí encontráis la repuesta, porque en el silencio ante la presencia de Dios, sabéis escuchar Mi voz que os guía y os orienta. Pero no siempre podéis poneros en oración por vuestras obligaciones diarias, por eso, aunque no os pongáis en oración si guardáis silencio interior y exteriormente, sabréis encontrar la respuesta adecuada. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Almas de Dios que estáis destinadas a misiones concretas en el Cuerpo Místico de la Iglesia, debéis ser almas de silencio y de recogimiento, y emplear vuestro buen humor más moderadamente y cuando ello proceda. No siempre hay que mostrarse alegre y dicharachero, porque Yo, Espíritu de Dios, os puedo hablar en cualquier momento y vosotros no advertir Mi voz. Así pues, hijos de Dios, guardaros de palabras vanas, innecesarias y conversaciones que nada tienen que ver con los planes de Dios, para que el enemigo de las almas y de Dios, no se os meta entre esas palabras vanas, tontas e innecesarias. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz de la Santísima Trinidad, este con todos vosotros.
Hijos de Dios, debéis evitar palabras vanas y chocarreras, risotadas, sandeces, debéis evitar lenguajes chabacanos, obscenos, exagerados. Las almas que viven en estado de gracia deben tender a la perfección continua, y ver en cada instante, la forma de actuar que agrade más a Dios Altísimo.
Si frecuentemente tenéis silencio en vuestras vidas, encontrareis la respuesta a muchas de vuestras preguntas, y todo aquel que tenga silencio interior y exterior, actuará siempre de acuerdo a lo que Dios quiere de él en cada momento.
Pero además, hijos de Dios, los que tenéis misiones apostólicas, debéis ser almas de silencio para oír Mi voz en vuestro interior y, los pasos y decisiones que debéis tomar en cada instante. No os pido que anuléis vuestro sentido del humor y vuestro buen carácter, solo que lo moderéis y sepáis cuando tenéis que guardar silencio y cuando podéis expandiros con vuestro buen humor. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
A veces no sabéis en determinadas misiones que pasos debéis dar y preguntáis en la oración al Señor lo que debéis hacer, y allí encontráis la repuesta, porque en el silencio ante la presencia de Dios, sabéis escuchar Mi voz que os guía y os orienta. Pero no siempre podéis poneros en oración por vuestras obligaciones diarias, por eso, aunque no os pongáis en oración si guardáis silencio interior y exteriormente, sabréis encontrar la respuesta adecuada. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Almas de Dios que estáis destinadas a misiones concretas en el Cuerpo Místico de la Iglesia, debéis ser almas de silencio y de recogimiento, y emplear vuestro buen humor más moderadamente y cuando ello proceda. No siempre hay que mostrarse alegre y dicharachero, porque Yo, Espíritu de Dios, os puedo hablar en cualquier momento y vosotros no advertir Mi voz. Así pues, hijos de Dios, guardaros de palabras vanas, innecesarias y conversaciones que nada tienen que ver con los planes de Dios, para que el enemigo de las almas y de Dios, no se os meta entre esas palabras vanas, tontas e innecesarias. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz de la Santísima Trinidad, este con todos vosotros.
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