Un día en el correr de Mis días, Yo Jesús, quise probar a Mis apóstoles, y les dije: Hijos míos, decidme, ¿que haríais vosotros por Mi si Me apresaran y Me condujeran al Sanedrín maniatado, y lleno de ignominias? Sus reacciones todas fueron ardientes, de verdadero amor. Todos decían yo haría esto, yo haría lo otro, yo moriría por Ti, yo, yo, yo… Si, hijos, Mis apóstoles también Me amaban mucho y lo que dijeron, lo decían de corazón, porque ellos Me amaban. Pero ved cuales fueron sus reacciones cuando sucedió en realidad lo que sucedió, huyeron cobardemente y se escondieron, tuvieron miedo de ser apresados ellos también y de ser condenados, y Yo en Mi Corazón Divino, sufría por su proceder, porque vi cuan débil es la voluntad del hombre, aunque su amor sea verdadero y puro.
Muchos de vosotros, almas queridas, sois como Mis apóstoles, Me amáis de verdad, de todo corazón, y desearíais morir por Mi si llegara el momento, pero si llegara el momento, también muchos de vosotros huiríais y Me abandonaríais a Mi suerte, porque así es de débil la carne.
Cuando os pido que oréis, que oréis, que oréis, no lo hago por un capricho Mío, sino para fortaleceros, para haceros fuertes como un roble, porque aunque Me amáis de verdad, llegado el momento de demostrarme ese amor con el martirio, puede que salgáis (también) despavoridos y escandalizados y reneguéis de Mi.
Hijos, Mi Madre fue una mujer muy fuerte porque oraba mucho. Toda su vida fue una continua oración, y todos sus quehaceres, los convertía en oración. La oración en vuestras almas con como las vitaminas en vuestros cuerpos, os fortalecen. Tenéis que orar mas, y hacerlo en soledad y silencio, solo Conmigo o con Mi Madre, porque así no os disipáis. Si no podéis acudir al Sagrario como seria lo ideal, hacedlo en casa a solas, sin televisión, sin ruidos, sin música, para que Me escuchéis en vuestro interior, oigáis Mi voz, y sepáis que es lo que deseo de vosotros.
Hijos, quiero haceros fuertes para que llegado el momento de la tribulación o prueba, sepáis superarla con facilidad, y lo mismo que un atleta entrena para ganar el podio, vosotros hijos míos, entrenaros en el alma a base de oración, oración y oración, Yo Jesús de Nazaret, Vuestro Amigo y Hermano, os hablo. Mi paz sea siempre con vosotros.
Muchos de vosotros, almas queridas, sois como Mis apóstoles, Me amáis de verdad, de todo corazón, y desearíais morir por Mi si llegara el momento, pero si llegara el momento, también muchos de vosotros huiríais y Me abandonaríais a Mi suerte, porque así es de débil la carne.
Cuando os pido que oréis, que oréis, que oréis, no lo hago por un capricho Mío, sino para fortaleceros, para haceros fuertes como un roble, porque aunque Me amáis de verdad, llegado el momento de demostrarme ese amor con el martirio, puede que salgáis (también) despavoridos y escandalizados y reneguéis de Mi.
Hijos, Mi Madre fue una mujer muy fuerte porque oraba mucho. Toda su vida fue una continua oración, y todos sus quehaceres, los convertía en oración. La oración en vuestras almas con como las vitaminas en vuestros cuerpos, os fortalecen. Tenéis que orar mas, y hacerlo en soledad y silencio, solo Conmigo o con Mi Madre, porque así no os disipáis. Si no podéis acudir al Sagrario como seria lo ideal, hacedlo en casa a solas, sin televisión, sin ruidos, sin música, para que Me escuchéis en vuestro interior, oigáis Mi voz, y sepáis que es lo que deseo de vosotros.
Hijos, quiero haceros fuertes para que llegado el momento de la tribulación o prueba, sepáis superarla con facilidad, y lo mismo que un atleta entrena para ganar el podio, vosotros hijos míos, entrenaros en el alma a base de oración, oración y oración, Yo Jesús de Nazaret, Vuestro Amigo y Hermano, os hablo. Mi paz sea siempre con vosotros.
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