Hijos de Dios, hijos Míos. Que triste es para Mi veros tan extraviados, caminando por el mundo dando pasos de ciego. Yo Soy Jesús, la Luz del mundo y la Luz de vuestras almas, pero no queréis venir a Mi para ver con claridad
Hijos Míos, ¿qué mas puedo hacer por vosotros? Vine a la tierra y Me hice Carne. Os traje la doctrina de salvación y os hablé de Mi infinito amor con el lenguaje del sufrimiento. Después de Mi Resurrección y de Mi Ascensión Yo me quedé como alimento de vuestras almas, y vosotros hijos ingratos, no valoráis en Mí tanto amor y tanta entrega.
Sois la alegría de los demonios que ven vuestra indiferencia hacia Su Redentor. Sois la tristeza, el desconsuelo de Mi Madre, que ve como desperdiciáis tantas gracias como se os dan y, no las dejáis germinar en vuestras almas. Sois el enojo de Mi Padre que os envió a su Unigénito y no lo sabéis valorar y, vais errados por las sendas de perdición arrastrando junto a vosotros a muchas otras almas.
Hijos Míos, hablo para todos los cristianos en general, para vosotros (los) bautizados que deberíais de ser luz para los que están en tinieblas y sois oscuridad (incluso) para vosotros mismos. Vendéis un santo mandamiento por un momento de placer. Vendéis Mis leyes por dinero, comodidad, materialismo, reputación y esas cosas no os dan mérito alguno de cara a la eternidad. Yo, Jesús, la Luz del mundo, os hablo.
Así que hijos Míos, ¿cuando vais a posponer vuestra indiferencia a Mi doctrina santa y única? Doctrina que prevalecerá para todos los siglos? Pasáis vuestra efímera vida sin poner nada en la balanza de vuestros méritos y, cuando Vuestro Padre Celestial interviene para no perderos eternamente dándoos pruebas, renegáis y hasta blasfemáis Su Santo Nombre ¡Que dolor para El y el Cielo entero! Para vuestros ángeles, para vuestros patronos y familiares ya bienaventurados.
Hijos ¿qué más os puedo decir? ¿qué más puedo hacer? Todo lo que hago y os reclamo cae en saca rota. Por tanto hijos Míos, posponed vuestra actitud de dejadez y tibieza que Yo, Jesús la Luz del mundo, Vuestro Redentor, os lo pido.
Mi paz a todo aquel que lea y acepte este escrito. Yo, Jesús os hablo.
Hijos Míos, ¿qué mas puedo hacer por vosotros? Vine a la tierra y Me hice Carne. Os traje la doctrina de salvación y os hablé de Mi infinito amor con el lenguaje del sufrimiento. Después de Mi Resurrección y de Mi Ascensión Yo me quedé como alimento de vuestras almas, y vosotros hijos ingratos, no valoráis en Mí tanto amor y tanta entrega.
Sois la alegría de los demonios que ven vuestra indiferencia hacia Su Redentor. Sois la tristeza, el desconsuelo de Mi Madre, que ve como desperdiciáis tantas gracias como se os dan y, no las dejáis germinar en vuestras almas. Sois el enojo de Mi Padre que os envió a su Unigénito y no lo sabéis valorar y, vais errados por las sendas de perdición arrastrando junto a vosotros a muchas otras almas.
Hijos Míos, hablo para todos los cristianos en general, para vosotros (los) bautizados que deberíais de ser luz para los que están en tinieblas y sois oscuridad (incluso) para vosotros mismos. Vendéis un santo mandamiento por un momento de placer. Vendéis Mis leyes por dinero, comodidad, materialismo, reputación y esas cosas no os dan mérito alguno de cara a la eternidad. Yo, Jesús, la Luz del mundo, os hablo.
Así que hijos Míos, ¿cuando vais a posponer vuestra indiferencia a Mi doctrina santa y única? Doctrina que prevalecerá para todos los siglos? Pasáis vuestra efímera vida sin poner nada en la balanza de vuestros méritos y, cuando Vuestro Padre Celestial interviene para no perderos eternamente dándoos pruebas, renegáis y hasta blasfemáis Su Santo Nombre ¡Que dolor para El y el Cielo entero! Para vuestros ángeles, para vuestros patronos y familiares ya bienaventurados.
Hijos ¿qué más os puedo decir? ¿qué más puedo hacer? Todo lo que hago y os reclamo cae en saca rota. Por tanto hijos Míos, posponed vuestra actitud de dejadez y tibieza que Yo, Jesús la Luz del mundo, Vuestro Redentor, os lo pido.
Mi paz a todo aquel que lea y acepte este escrito. Yo, Jesús os hablo.
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