El Cielo es vuestra morada eterna. Es la Casa que el Padre Celestial os tiene preparada para albergaros después de superar la prueba de esta vida. Es tal el Cielo, que por mucho que hagáis en esta vida de bien, siempre será mayor el premio que vuestros méritos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios Altísimo, Vuestro Padre Celestial desea recibiros en el Cielo con los brazos abiertos, y daros a cada uno la morada que os corresponde, siempre según vuestros méritos y según hayáis aceptado la prueba que tendréis que superar.
La aceptación de las cosas que Dios os manda cada día, o que permite, es algo que le da mucha gloria, porque es obedecer a la Divina Providencia, y si lo hacéis con conformidad y hasta gustosos, el mérito es para vosotros más grande, porque no renegar de lo que cada día os traiga, es algo que agrada mucho a Vuestro Padre Celestial y a Vuestro Hermano Jesús y a Vuestra Madre Celestial.
Lo mismo que si en vuestras empresas el jefe os ordenara hacer cosas que no estaban previstas hacerlas, y las hacéis con diligencia y sin discutir las órdenes, así Vuestro Padre lo dispone todo para quitaros donde os sobra y poneros en donde os falta. Y lo mismo que en vuestras cuentas corrientes cuando estáis en números rojos ponéis dinero para equilibrarlas, así Vuestro Padre Celestial donde os falta virtud, os hace con algunas circunstancias de la vida, que la practiquéis, para que en vuestras almas no haya déficit de virtudes, ni números rojos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Y aceptando una humillación con alegría, o aceptando una situación que se prolonga con paciencia, o aceptando mortificaciones que os vienen imprevistas como dolores físicos o carencia de algo que en ese momento necesitáis, es algo que agrada al Regidor del Mundo, Vuestro Padre Celestial.
Así pues hijos de Dios, sed conformes con lo que cada día os venga, aceptándolo y ofreciéndolo a la Divina Providencia, que vela por vosotros y os da lo que necesitáis. Porque lo mismo que a quien busca la justicia de Dios le da todo lo que necesita en su vida por añadidura, también en la vida del alma la Providencia Divina os da todo lo que necesitáis para crecer en santidad. Y así, os da la gracia para que lo que os pide cada día, lo podáis sobrellevar o cumplir con amor y sin exasperaros. Yo, Espíritu Divino, os hablo.
Imitad a Vuestra Santa Madre que toda su vida fue un “hágase” y una conformidad a la Voluntad de Dios. Yo, Espíritu de Dios os hablo. La paz del Altísimo para todos vosotros.
Hijos de Dios Altísimo, Vuestro Padre Celestial desea recibiros en el Cielo con los brazos abiertos, y daros a cada uno la morada que os corresponde, siempre según vuestros méritos y según hayáis aceptado la prueba que tendréis que superar.
La aceptación de las cosas que Dios os manda cada día, o que permite, es algo que le da mucha gloria, porque es obedecer a la Divina Providencia, y si lo hacéis con conformidad y hasta gustosos, el mérito es para vosotros más grande, porque no renegar de lo que cada día os traiga, es algo que agrada mucho a Vuestro Padre Celestial y a Vuestro Hermano Jesús y a Vuestra Madre Celestial.
Lo mismo que si en vuestras empresas el jefe os ordenara hacer cosas que no estaban previstas hacerlas, y las hacéis con diligencia y sin discutir las órdenes, así Vuestro Padre lo dispone todo para quitaros donde os sobra y poneros en donde os falta. Y lo mismo que en vuestras cuentas corrientes cuando estáis en números rojos ponéis dinero para equilibrarlas, así Vuestro Padre Celestial donde os falta virtud, os hace con algunas circunstancias de la vida, que la practiquéis, para que en vuestras almas no haya déficit de virtudes, ni números rojos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Y aceptando una humillación con alegría, o aceptando una situación que se prolonga con paciencia, o aceptando mortificaciones que os vienen imprevistas como dolores físicos o carencia de algo que en ese momento necesitáis, es algo que agrada al Regidor del Mundo, Vuestro Padre Celestial.
Así pues hijos de Dios, sed conformes con lo que cada día os venga, aceptándolo y ofreciéndolo a la Divina Providencia, que vela por vosotros y os da lo que necesitáis. Porque lo mismo que a quien busca la justicia de Dios le da todo lo que necesita en su vida por añadidura, también en la vida del alma la Providencia Divina os da todo lo que necesitáis para crecer en santidad. Y así, os da la gracia para que lo que os pide cada día, lo podáis sobrellevar o cumplir con amor y sin exasperaros. Yo, Espíritu Divino, os hablo.
Imitad a Vuestra Santa Madre que toda su vida fue un “hágase” y una conformidad a la Voluntad de Dios. Yo, Espíritu de Dios os hablo. La paz del Altísimo para todos vosotros.
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