viernes, 7 de septiembre de 2007

Dictado del 7-9-07

Yo Soy el Santo, el único Santo verdadero. Toda santidad es una participación de la Mía. Yo Soy un Dios tres veces Santo y por eso, quien quiera llegar a conocerme en Mi Esencia, deber ser santo, cuando entre a la gloria eterna.

Pero vosotros almas queridas de Mi Divino Corazón, no sabéis ser santos, por eso, Mi Espiritu os tiene que santificar y daros donde os falta y quitaros donde os sobra. Yo mando a Mi Espiritu para que haga esa labor que solo El sabe hacer, porque si por vosotros fuera ¿quién se salvaría? Es como si un paciente enfermo quisiera curarse el solo. Va al especialista y el le dice lo que tiene que hacer y lo que no tiene que hacer. Así Mi Espiritu es el Especialista de las almas y El sabe lo que necesita cada alma en particular. Hay almas que les falta fe y a otras que ya la tienen, les falta caridad. El hace esta labor en cada corazón, en cada alma, como nadie la sabe hacer.

Nosotros la Santísima Trinidad, deseamos ardientemente vuestra salvación, pero Somos Nosotros quienes tenemos que procurárosla si os vemos que vosotros no sabéis como salvaros. Pero ya vuestro afán e interés, aunque lleno de torpeza, Nos hace acércanos para ayudaros a tan sublime empresa. Mi Madre también se asocia a Nosotros para esta gran labor y, sus intercesiones son muy eficaces por las almas que las hace.

Todo lo que un alma reciba sea dolor, sea oscuridad, sea enfermedad, amargura, desaliento etc. son circunstancias que permitimos para ayudaros a crecer en santidad y estar preparados para entrar en la eternidad. De ahí, que las almas deben aceptar con gusto, o al menos con resignación, cuanto les viene, porque el hecho ya de aceptarlo, es un gran mérito que le predispone a ganar la prueba que se le da.

Muchas almas desde su cielo serán ejemplo para almas que aun no existen. Su vida, sus méritos, sus escritos, todo puede servir a otras como goznes para abriles puertas, de méritos incalculables. Dejan tras de sí una vida ejemplar y, ayudan aun después de muertas a otras almas a salvarse, a encontrar el camino hacia Dios. Por eso, vuestra vida debe ser ejemplar, para que generaciones venideras os imiten y lleguen a escalar por la montaña de la perfección cristiana.

Yo os pido, Jesús de Nazaret, que leáis vidas de santos y veáis como ellos pudieron subir a la montaña de la perfección cristiana. Tuvieron sus caídas, pero tantas veces como cayeron, volvieron a levantarse.

La vida de mis bienaventurados fue dura y llena de pruebas y, si bien, muchos se salvaron en el último instante, fue por esos misterios divinos, que solo en el Cielo comprenderéis.

Intentad escalar la montaña de la perfección. Yo no solo os pido que no pequéis y os mantengáis en estado de gracia, sino que también seáis perfectos, como Vuestro Padre Celestial lo es.

Os doy Mi Paz, Mi Amor, Mi Entrega. Venid a Mi, hermanos queridos de Mi Corazón, que os espero con los brazos abiertos.

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