viernes, 14 de septiembre de 2007

Gustad de las mieles de la oración

Hoy apenas se hace oración. Ponerse a orar es algo que casi nadie hace y Yo, sin embargo, di también en esto ejemplo. Yo oraba a menudo en lugares solitarios para elevarme hacia el Cielo y comunicarme con el.

La oración es una fuerza muy grande que da el Cielo por su medio. La oración da luz y sabiduría y ayuda en las pruebas, pero hoy no oran ni siquiera Mis consagrados. La oración es alimento para el alma. La nutre como ninguna otra cosa porque orar, es elevar el corazón a Dios y comunicarse con El. Es lo que mas se necesita, orar. La oración es un arma eficacisima contra el mal. Los cristianos deben hacer oración asiduamente.

Yo Soy Jesús de Nazaret y os invito, hijos míos, a la oración. No es lo mismo rezar que orar. Rezar es repetir rezos y orar es elevar el corazón a Vuestro Padre Celestial, hablar con El o Conmigo en el Sagrario. Mis fieles cristianos deben orar, deben comunicarse con su Padre Eterno y contarle sus penas y preocupaciones. El os escucha como os escucharía un padre terrenal, por eso, acudid a Quien todo lo puede.

Cuando empecéis a orar invocad a Mi Santo Espiritu para que El os ayude en la oración y os de la asistencia necesaria. Invocadlo cuantas veces haga falta y El os suplirá en donde vosotros no alcanzáis. El demonio ataca a las almas que no hacen oración y las vence -aunque sean buenas- pero no puede vencer a las que hacen oración. Por eso, cuando os ponéis a orar debéis estar firmes en las decisión de manteneros en la oración, porque sino Mi enemigo mortal, os meterá mil ideas para que abandonéis la oración y hacer alguna otra cosa.

La oración es un escudo para evitar hacer el mal, quien se comunica con Mi Padre o viene a Mi Sagrario a hablarme, no será un alma que haga mal a nadie, porque tendrá las luces del Cielo que Yo le proporcionaré.

Las almas de oración se reconocen de las que no lo son, sus composturas, su desprendimiento de lo terreno, su despego de las cosas materiales y, cuando no están orando, todas sus actividades son una oración continua. Ellas convierten sus obligaciones en una oración continua, es el caso de Mi Santa Madre, que hizo una oración de su vida terrenal. Las almas que oran no pueden ya pasar sin la oración, se dan cuenta de lo necesaria que es y los efectos que les produce en sus espíritus. Desean estar en la presencia de Dios y se sienten gozosas porque viven una eternidad adelantada. Esas almas han encontrado la perla escondida y dejan todo por no perderla nunca más.

Su oración cada vez se hace menos egoísta y más universal y sobre todo, buscan ya más la gloria de Dios que sus propios intereses. Porque la oración les va cambiando a pensar en el plano divino y desdeñan lo terrenal. Viven en el mundo pero añoran las cosas del Cielo, porque la oración hace que gusten de las cosas celestiales en detrimento de las terrenales, que solo usan porque le son necesarias. Son almas que oran en todo momento, mientras pasean, mientras esperan su turno en una cola, mientras viajan, etc.

Hijos Míos, gustad de las míeles de la oración. Descubrid vosotros mismos su necesidad y grandeza. Quien ora y es perseverante en hacerlo, verá como su vida se transforma interiormente, son almas de vida interior y, ellos mismos lo notan, ya no pueden pasar sin la oración y son bendecidos constantemente por Mi Padre que los ama entrañablemente. Hijos, ¡haced oración!

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermosa reflexion acerca de la oracion. es verdad nos custa mucho orar. decimos que rezamos porque repetimos rapidamente y sin pensar alguna oracion o jaculatoria durante el dia para remediar alguna necesidad pero hacer oracion lo que se dice hablar con Dios tomarnos un momento que dificil se torna esto. gracias por recordarnos lo importante que es