jueves, 9 de agosto de 2007

Dictado del 9-8-07

El más grande acto de amor que pueda tener un alma hacia Mí y hacia sus semejantes, es dar la vida. Pero la vida se puede dar de muchas formas, no necesariamente tiene que ser, darla cruentamente. Dar la vida cada día, cada hora, cada instante y hacerlo amorosamente, es un inmenso acto de amor con el gana grande gloria, el alma que así se santifica.

Yo soy Jesús y hablo desde Mi Corazón. Yo amo entrañablemente a las almas que trabajan por Mi Gloria, y procuran darme a conocer. Son operarias Mías que en silencio hacen una gran labor internacional. Yo bendigo sus acciones y no dejo pasar nada para recompensarselo, por pequeño e insignificante que sea. Cada labor hecha por amor a Mi, es tenida en cuenta por Mi Padre y toda la Corte Celestial.

Hay bienaventurados que desearían volver a vivir para dedicar más tiempo de su vida por Mí y para Mí. Por eso, quien en esta vida no desperdicia ni un solo minuto en darme a conocer, se le pagará con creces.

Yo soy Amor, Amor Divino y amo ardientemente a las almas que se Me consagran. La consagración es entrega y no mira si da mucho o da poco, solo mira que da, unas veces dará mas y otras menos, pero su deseo de darme es lo que Me glorifica, ese deseo de querer darme a conocer, por todos los medios a su alcance.

Mi Corazón Divino es fuente de gracias para todo aquel que viene a beber a El. Yo sacio la sed de soledad, Yo doy paz, gozo, conformidad, doy todas esas cosas que el alma necesita para caminar sosegadamente, hacia la meta de la salvación eterna. Quien bebe de Mi ya no quiere beber de otro agua. Yo sacio, porque Mi agua está llena de delicias que el mundo, ni nadie, os puede dar.

Pero vosotros, almas queridas de Mi Corazón, sois los que tenéis que darme a conocer e ir al encuentro de otras almas para que Me conozcan y Me amen. Bien por los escritos, bien por testimonios, bien por invitaciones a actos en honor a Mi Corazón, todo Me es válido. Al igual que la samaritana salió corriendo para contar a sus vecinos que Me había encontrado y no pudo reservarse para ella sola ese encuentro, vosotros apóstoles de Mi Corazón, debéis de proclamarme según pueda vuestro alcance. Mi Madre ama entrañablemente a todo aquel o aquella, que trabaja en el Reinado de Mi Divino Corazón. Conocerán que sois mis apóstoles, en que os amaréis unos a otros como Yo os amo.

Mi gran enemigo Satanás trata de hundir estos grupos que son focos de luz en la tierra. No os dejéis embaucar, Yo velo para que esto no suceda. Os amo, hijos de Mi Corazón Divino.

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