miércoles, 2 de septiembre de 2009

Veía también a Mi Madre sufriendo inmensamente al pie de la Cruz, con Su mirada clavada en Mí y su Corazón lacerado, y Ella Me confortaba

Tantas gracias como el Cielo derrama constantemente a las almas una y otra vez, y las almas se pierden cada vez más. Nunca se han derramado gracias como hoy día se derraman, pero nunca jamás ha habido tanto pecado como hoy día hay, pues no hay familia en las que no haya algún miembro apartado de Dios, no hay apenas familias en que íntegramente todos estén unidos en Dios y todos caminen por Sus sendas.

Si el Cielo tuviera que dar un castigo tan grande como son vuestras culpas, el castigo solo podría ser el infierno eterno, porque las culpas sobrepasan y en mucho a las obras de amor y de santificación, pero hijos, ved que el Cielo espera, y espera, y espera a que las almas regresen a Dios, y Dios, no se cansa de esperar el regreso de los hijos y de las hijas pródigos. Yo, Jesús, os hablo.


Mi Padre Eterno al ver como está este planeta siente a veces el deseo de aniquilaros por completo, pero por amor a los pequeños, a esas almas que son fieles y creen en la Santísima Trinidad, y por Su bondad infinita, El se aplaca y espera una y otra vez (vuestra conversión). Yo, Jesús, os hablo.


Os pido, hijos Míos de Mi Divino Corazón, a todos vosotros que leéis estos mensajes y que Me amáis, que redobléis vuestro fervor, vuestros actos de reparación, vuestros actos de piedad. Que los cumpláis amorosamente, y con devoción, porque ya que no vienen los hijos pródigos, al menos los que ya estáis en casa, haced por vuestros hermanos más actos de amor, de fe y de piedad, para que sean aplicados a ellos. Yo, Jesús, os hablo.


Todo esto, hijos Míos, lo vi desde Mi Cruz. Colgado en el madero Yo vi la depravación a la que iba a llegar esta humanidad perversa, lo vi y sufrí. Veía también a Mi Madre sufriendo inmensamente al pie de la Cruz, con Su mirada clavada en Mí y su Corazón lacerado, y Ella Me confortaba al verla tan santa, tan mártir, tan dispuesta a todo por los pecadores, como Yo lo estuve. Ella Mi Madre y Vuestra, allí estaba padeciendo por esta humanidad pecadora que Me llevó al patíbulo con una muerte ignominiosa y dolorosísima. Yo, Jesús, os hablo.


Acudid a Mi Madre con vuestras oraciones, con vuestras obras de misericordia, con vuestras limosnas. Sed en este siglo como Ella seria si estuviera en el. Actuad lo más posible parecido a Ella, para que Yo, Me consuele y aplique vuestras bondades a las almas que están a punto de perderse eternamente. Yo, Jesús, os hablo y os lo pido.


Hijos Míos, cuento con vosotros, cuento con vuestro amor y vuestra fe. Cuento con vuestra disponibilidad en las pruebas que os quiera mandar, así pues, no Me cerréis vuestras puertas, las puertas de vuestro corazón. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo. Mi paz y la de la Santísima Trinidad estén con todos vosotros.

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