martes, 6 de enero de 2009

Apenas encuentro quien Me dé de beber de ese agua. ¡Dadme de beber! ¡Dadme de beber!

Son reprochables las acciones de los cristianos en estas fiestas Navideñas, son reprochables y repugnantes a Mi vista. Yo, Jesús, os hablo. No hay nada que os mueva a la conversión, al perdón entre vosotros, a la tolerancia de vuestros defectos, sois cristianos solo de nombre, indignos de Mi e indignos hijos de Mi Santa Madre. Yo quiero verdaderos cristianos, ejemplos vivos de Mi Santo Evangelio, cristianos que Me amen en el prójimo y lo acepten con sus miserias y defectos.

Prefiero pocos pero verdaderos cristianos a multitud que no solo no viven Mi Evangelio, sino que tienen costumbres y hábitos totalmente opuestos a el. Ni siquiera en las Misas os sabéis comportar. Queréis los mejores sitios donde está más cerca la calefacción. Os empujáis para ir a (recibir) la Comunión y os miráis y criticáis de como vais vestidos, porque censuráis todo lo que haga vuestro prójimo, por tanto, cristianos así Me repugnan, Me repelen, Me cansan, porque no cambian ni un ápice sus malas costumbres y miserias. Pocos hay que de verdad tengan conciencia de lo anti- evangélicos que son y que viven. Yo busco por todos los puntos de la tierra verdaderos cristianos que Me honren y en los que poder beber un poco de agua fresca, para saciar la sed ardiente que tengo de amor, pero apenas encuentro quien Me dé de beber de ese agua.

Voy a los conventos y tampoco encuentro. Voy a los seminarios y veo a mis futuros siervos sumergidos en el espíritu mundano de estas fiestas. No encuentro almas que desprendidas de todo vivan por y para Mi e imiten a Mi Santísima Madre, que vivía Mi nacimiento envuelta en adoración a Mi y contemplando en silencio el misterio de Mi Encarnación.

¿Qué hago con esta generación tibia y que se olvida de Mis leyes y de Mi mensaje evangélico de que Yo nací pobre y desprendido de todo, hasta de lo más necesario como era una cunita? Tenéis que ser más consecuentes con el nombre que ostentáis de cristianos, Yo os pediré cuentas de vuestras costumbres paganas y de los excesos que vivís en estas fiestas de amor y de exaltación.

Mi Padre está enojado ante tanta podredumbre y Mi Madre sufre por el camino que lleváis innumerables cristianos que deberíais ser focos de luz para tantos y no tenéis ni siquiera luz para vosotros. Hijos, ¿qué puedo hacer con vosotros que pasa un año y otro y seguís en la misma línea de paganismo y de excesos? ¿Qué puedo hacer? ¡Decídmelo! ¿Qué puedo y que debo hacer? Yo, Jesús, os hablo y os amonesto.